Entrevista para M2 de EL MUNDO (1 de abril del 2009)

Son hermanos y residentes en Madrid. Además, comparten su pasión por el diseño, que canalizan a través de su estudio. Participan en la Semana Internacional del Diseño de Madrid, que finaliza este viernes, con los bancos Dove y Ponte, que se pueden ver en la Plaza de Colón.

Pregunta.- Diseñadores y madrileños, ¿no deberían ser catalanes?

Respuesta.- ¿Por? Pensamos igual o mejor que un catalán. Lo que pasa es que ellos tienen una tradición, que en muy pocos años alcanzaremos. Ahora hay una serie de circunstancias para que el trabajo de muchos diseñadores madrileños aflore.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Pues el nacimiento de DI_MAD, la Asociación de Diseñadores de Madrid, o que Elena Ochoa abra su librería aquí o que MUJI tenga en Madrid la mayor tienda de Europa. Por lo menos les está dando que pensar a los catalanes.

P.- Tienen ustedes pinta de todo menos de diseñadores.

R.- ¿Y eso es bueno o malo? (risas)

P.- Es que son bastante normalitos…

R.- Ya, es la imagen falsa  que se tiene y la razón por la que la gente no toma en serio el diseño, porque piensan que somos unos bohemios o artistas medio locos. La gente no ve el diseño como algo corriente, del día a día, que es lo que hacemos nosotros, nada estrambótico. Preferimos vender un millón de objetos de un euro que un objeto de un millón de euros.

P.- Eso ya existe y se llama Ikea.

R.- Pues sí, pero creemos que podría existir un Ikea español si una serie de fabricantes se pusieran de acuerdo. El problema de los fabricantes españoles es que están yéndose a segmentos muy altos y están abandonando el sector medio, que es el que está ocupando Ikea hasta el punto de que España es el país del mundo donde más está creciendo.

P.- Así, además, no tendríamos todos la misma casa…

R.- Lo de tener todos la misma casa no es el problema, hace 40 años todos teníamos la misma casa pero horrorosa. Alrededor de Ikea hay falsos mitos, como que siempre faltan o sobran tornillos cuando montas un mueble o que todas las casas son iguales… No sé si se nota mucho que estamos deseando trabajar para Ikea (risas). Y para MUJI también. ¡Un saludo para IKEA y para MUJI! (risas).

P.- ¿MUJI también les pone?

R.- Es lo más, en MUJI están trabajando con diseñadores de renombre, como Fukasawa o Morrison, pero no lo dicen, al contrario que otras empresas, que lo que venden es al diseñador. La máxima ambición que tenemos en nuestra profesión es llegar a desaparecer.

P.- ¡Qué exagerados!

R.- Queremos jubilarnos como diseñadores, pero nos gustaría que nuestro nombre desapareciera de las exposiciones, de los concursos, de los premios… Este es un oficio como otro cualquiera, no entendemos el bombo y las lentejuelas. ¡Hacemos sillas, mesas y vasos!

P.- Han diseñado un botijo moderno, ¿esperan verlo en alguna obra?

R.- Tenemos que reconocer que no, porque es porcelana, es un juego de rediseño de algo tradicional. Queríamos introducir el botijo en la vida cotidiana y lo fusionamos con un tetrabrik de leche. Tal vez no se vea en una obra, pero en un domicilio, perfectamente.

P.- ¿Qué les gustaría diseñar?

R.- Un espacio interior, un hotel o un restaurante, por ejemplo. Y en cuanto a producto, estamos diseñando una marquesina de autobús revolucionaria, pero también una pinza para la ropa.

P.- ¿Madrid necesita diseño o ni falta que le hace?

R.- Si te refieres a ese diseño llamativo que se nota que es de diseño, ojalá no alcancemos ese nivel de Barcelona, porque estuvo sobresaturado de diseño. Ahora bien, se habla de crisis en Barcelona y ojalá pudiéramos tener esa crisis en Madrid.

P.- ¿Qué pondrían y qué quitarían?

R.- Las aceras, por ejemplo. Están saturadas de miles de objetos, como carteles, marquesinas, farolas, postes… no se puede pasear con tranquilidad. No hay un criterio ni coherencia, en pocos metros de acera puedes ver dos o tres tipos de bolardos distintos. Las marquesinas son también horrorosas.

P.- ¿Alguna petición para el alcalde, por si lee esta entrevista?

R.- ¡Claro! Y para Esperanza Aguirre también. Pediríamos que las áreas económicas del Ayuntamiento y de la Comunidad apuesten por el diseño. Es una vergüenza que comunidades como La Rioja o Castilla-La Mancha tengan sus centros oficiales de diseño, que aglutinan la parte cultural pero la económica también, y que Madrid no la tenga. Nosotros no hemos podido trabajar nunca aquí, siempre hemos sido más reconocidos en Cataluña que en Madrid.