Mesa redonda Dos cabalgan juntos

Antes que nada quisiera dejar claro que no soy ni un teórico ni un especialista en artesanía;  soy un diseñador industrial que a partir de la experiencia que en díez+díez diseño, el estudio que comparto con mi hermano, hemos tenido en relación a este campo hemos decidido definirnos profesionalmente como diseñadores de producto, para poder con ello cubrir las necesidades y requerimientos que un sector como el artesano puede tener hacia nuestra labor.

Y es que estoy convencido que el encuentro entre diseño y artesanía no solo es posible sino incluso necesario, tan necesario y posible como diseño e industria; todo dependerá fundamentalmente de la predisposición de ambas partes al acuerdo, al encuentro sin prejuicios entre ambos profesionales.

Existen además factores o circunstancias específicas que favorecen dicha colaboración con respecto al ámbito de la producción seriada.

En primer lugar la posibilidad de la incorporación a su producción de series de producto “de diseño” con mayor flexibilidad que lo pueda hacer la industria; esto es, es posible el mantenimiento de una producción de piezas tradicionales y simultáneamente la incorporación de productos innovadores, e incluso variar con cierta rapidez el porcentaje de ambas propuestas.

Otra posibilidad que tiene el artesano es, una vez asumido el planteamiento comercial de los factores de moda y tendencia, la de incorporar modificaciones puntuales, por ejemplo en cuestiones de colores, estilos, etc., etc.

Estos dos factores permiten el mantenimiento y la conservación de técnicas y estilos específicos trasmitidos de generación en generación, o propios de determinados ámbitos geográficos, y simultáneamente el acercamiento del producto artesano a un nuevo público que, sin identificarse con las formulaciones tradicionales, cercanas en muchos casos a la pura etnografía, si valora el factor diferenciador del producto artesano frente al producto industrial.

Una posibilidad más de encuentro entre diseño y artesanía viene dado por el ofrecimiento que el artesano puede hacer en el dominio de técnicas o tecnologías muy específicas y controladas: de esta manera es el artesano el que se presenta como proveedor de un servicio hacia el diseñador, que frente a la imposibilidad de desarrollar ciertas ideas en colaboración con la industria, decide poner en producción pequeñas series o ediciones limitadas de dicho proyecto.

Frente a estas posibilidades de encuentro entre diseñador y artesano surge la problemática de la retribución al primero por sus servicios; existiendo básicamente dos tipos de relación contractual, por cuantía total o por royalties, en ambos casos puede surgir una imposibilidad de acuerdo, por un lado por no ser asumible por parte del artesano de los honorarios habituales del diseñador de producto, y por otra porque el pago de los royalties derivados de la comercialización del producto artesano no lo haga atractivo para el diseñador.

Ante esta disyuntiva, una posibilidad que veo es que sea el artesano el que asuma en cierta medida y dentro de sus limitaciones el papel de diseñador de su propio producto; esto por supuesto a través de cursos, seminarios y la realización de talleres que le permitan adquirir los conocimientos proyectuales básicos para desarrollar su actividad; esta posibilidad cuenta con la ventaja de que el artesano domina y conoce en profundidad las técnicas, limitaciones y posibilidades materiales de su propio oficio, y por lo tanto la asunción del rol de diseñador se limitaría básicamente a la adquisición de una metodología de trabajo (ensayo/error, análisis de relación entre partes y todo, elección propuestas, etc., etc.) así como el dominio de una serie de herramientas informáticas (programas de simulación virtual, retoque fotográfico, etc., etc.) que le faciliten dicha tarea.

La conclusión por tanto a de ser que existe un punto de encuentro entre la artesanía y el diseño, en el que éste se convierta, en sus diferentes especializaciones (de producto, gráfico, web, etc.), en una herramienta que facilite que aquella se adapte e inserte sin problemas en un escenario dinámico y cambiante en el que diferentes enfrentamientos dialécticos (tradición/modernidad, local/global, objeto artístico/objeto de uso) tienen cabida.