Entrevistas y reportajes

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Una palabra, un comic rescatado, una escena de un filme, una pieza musical (Miles o Waits, no vais a discutir ahora por eso), una obsesión, etc. ¿Qué materiales del mundo real o imaginado resultan más fructíferos en el proceso de incubación de una idea, o un objeto?

Sin tener unas preferencias determinadas y sistemáticas previas en cuanto a los campos creativos concretos donde encontrar esos referentes conceptuales, lo que si tenemos claro es que dichas referencias transversales provienen en su gran mayoría del ámbito del pensamiento o de la creación no objetual o plástica; lo que si tenemos muy claro es que prácticamente queda descartado el propio mundo del diseño, al menos en lo que concierne a sus modas y tendencias.

De alguna manera preferimos el mundo de las ideas al de las formas.

¿Cómo alimentáis a las musas de la inspiración?

Pues a través de lo que nosotros irónicamente llamamos el método CCC de diseño, y que se asienta en tres pilares fundamentales, a saber, la Curiosidad, la capacidad Crítica y por último la Creatividad.

Y ahora, una curiosidad relativa a eso tan temible para un creativo: ¡el bloqueo!  ¿Habéis experimentado alguna vez el “miedo ante el producto en blanco”?

Suponemos que al comienzo de nuestra carrera sucedería algo así, pero no tanto por la falta de propuestas efectivas que ofrecer a un cliente, sino precisamente por todo lo contrario, por un desbordamiento propositivo y vacuo, al menos para nosotros, que supone diseñar desde planteamientos simplemente formalistas, y mensurables únicamente a nivel de réditos de imagen.

Afortunadamente, a día de hoy, con un planteamiento metodológico asentado y contrastado, que se sustenta en la búsqueda de ese concepto motriz que derive en alma conceptual y armazón proyectivo  del producto a desarrollar, ese miedo ha desaparecido.

¿La automotivación –en forma de autoencargo- es el método más aconsejable para el cultivo sistemático de la  creatividad?  ¿Hay que perder el miedo a equivocarse? ¿Existe algo más imposible que un buen diseñador miedoso?

No es necesariamente el más aconsejable, no deja de ser uno más entre otros muchos, ni mejor ni peor; en nuestro caso concreto sigue siendo un punto de partida que nos permite conjugar las dos primeras C de las que hablábamos al comienzo, la Curiosidad y la Crítica; la Curiosidad, porque nos hace preguntarnos  por qué las cosas son como son, y la Crítica porque nos lleva a pensar por qué no podrían ser de otra forma, y todo ello sin la participación necesaria de un potencial cliente.

En cuanto al tema del miedo a equivocarse creemos que en un diseñador debería primar una cierta sensación de responsabilidad a la hora de no obtener de una buena idea, el mejor proyecto posible atendiendo a los condicionantes, posibilidades y circunstancias que le rodean; no debemos olvidar en ningún momento que resultado de un proyecto en el ámbito de la producción industrial no deja de ser una obra polifónica, el sumatorio de la convergencia sinérgica de toda una serie de agentes, cada uno de ellos con sus interés.

Conviene hacer un poco de historia; alguna imagen fugaz. ¿Sois capaces de recordar el momento en el que, sin ser conscientes de ello, ya erais diseñadores, quiero decir, empezabais a sentir algo especial, a emocionaros con aspectos que veíais,  descubríais…? ¿En qué momento empezasteis a tener una mirada crítica, estética, selectiva?  ¿Ser diseñador es, además de una manera (inquisitiva hasta extremos inquietantes) de estar en el mundo, de tratar de entender sus leyes para  cambiarlas?

Sinceramente, nunca hemos tenido certeza de que ese momento entre místico y sublime haya existido; como en nuestro propio trabajo, donde la impronta de lo cotidiano y lo cercano es fundamental, nuestra trayectoria se ha ido desarrollando a partir de un maridaje perfecto entre el azar y la necesidad aderezado una buena dosis de pragmatismo.

Hasta que esta vocación (supongo) os enganchó. Honestamente: ¿es posible ser diseñador (bueno) sin que se esté, de alguna forma, enganchado a “eso”,  sin  apasionarte y dejarte la piel en cada proyecto, como si en ello te fuera la vida?

Creemos que sí; al menos en nuestro caso tratamos de no perder el norte, de no olvidar que si el fruto de nuestro trabajo, el resultado de nuestros esfuerzos, ha de ser la vida cotidiana, elevar el nivel de trascendencia del mismo puede ser perjudicial para su percepción por parte del comprador o el usuario el público, al menos para el sector del mismo que a nosotros nos interesa particularmente.

¿Crees, de hecho, que podríais cambiar a una profesión más “segura” y tomaros vacaciones en agosto?

Ah, ¿pero existen profesiones “seguras”? Bueno, en definitiva suponemos que todas las profesiones tienen tanto su lado negativo como positivo; tal vez lo que busquemos en el diseño es el oficio, eso que lo hace tan cercano a la gente, que nos permite entrar en sus vidas sin hacer apenas ruido.

Hablando de valores,  ¿no creéis que todavía hay una gran confusión respecto al significado del diseño y a su impacto en el desarrollo de la calidad de vida de la gente?  En el fondo, ¿un diseñador no es como un activista cultural, un agitador? ¿El diseño no es, en esencia, una forma de hacer pedagogía social  mientras uno hace lo que te gusta?

Todo esto es cierto, pero sin poner en duda la posibilidad de analizar y poner en valor los componentes sociales, culturales e incluso artísticos en algunos casos, lo que no debemos olvidar es que el diseño es ante todo una herramienta dotada de unas posibilidades de rentabilidad económica indudables; el diseño bien utilizado es precisamente lo que hace compatibles y no excluyentes todos y cada uno de estos factores.

Algunos problemas colaterales: esnobismo, polución mediática, el egosystem, la copia, el oportunismo y marketing tramposo. ¿Si no te sabes vender estás muerto?

Digamos que herido; es realmente aburrido y cansado para el diseñador, o al menos para nosotros,  tener que dedicar gran parte de tu actividad cotidiana y de tus capacidades creativas y comunicacionales a venderte como una más de tus propias creaciones; en ocasiones, pensamos que es la imagen del propio diseñador la que eclipsa los verdaderos valores de sus productos, que acaban convirtiéndose en muchos casos en meros soportes de la marca en la que se convierte aquel.

¿Sigue siendo arduo para el diseñador hacer valer su capacidad creativa en el sector de la industria y la empresa, convencer en términos de competitividad a través del valor añadido? En ese sentido, ¿estamos todavía en pañales?

Indudablemente si, y así será mientras diseñadores y periodistas sigamos trasmitiendo la idea de que el diseño es un valor añadido y lo que es peor, mientras nuestros clientes sigan entendiéndolo desde esta perspectiva lo que les lleva, en momentos como el caso actual de ajustes y recortes, a prescindir de él al percibirlo como un factor superfluo y en el peor de los casos banal.

Tenemos que llegar a entender, y hacer comprender, que el diseño es la línea medular que debe articular todos y cada uno de los factores que intervienen en una producción, y el eje interno que pauta y organiza el proceso proyectual que permite convertir una idea en producto.

Utilizando una metáfora que no sabemos si puede resultar excesiva pero que nos gusta utilizar a menudo, para nosotros el diseño debería ser el alma del proyecto nunca su maquillaje.

Vistos como están los recursos del planeta, el consumismo desaforado, la insatisfacción de la gente, etc.  ¿en qué frente os habéis alistado vosotros? Como diseñadores, ¿dónde veis lo más urgente?

Nos interesa trabajar con la idea de que nuestro trabajo entre en la vida de la gente sin hacer ruido, que llegue a esa cotidianidad del día a día para quedarse por mucho tiempo, nos gusta pensar para nuestros productos en un “consumidor discernidor” que entienda la necesidad de que ese producto entre en su quehacer diario, y no por el arrebato compulsivo de tener lo último o mucho menos por tener un “díez+díez”, idea que nos aterra.

¿Ha llegado el momento de implantar el “menos es más”, no por la estética minimalista, que no eso, sino por la ética que lo sustenta? ¿Una de las tareas del diseño será volver a poner en el mapa, a modo de eslogan para el siglo XXI,  aquel refrán popular que asegura que “no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita”?

Pero, ¿qué es menos?, y ¿qué es más? Creemos que hay que tener cuidado con ideas y formulaciones de este tipo que con el tiempo acaban convirtiéndose en meros eslóganes vacios de contenido y cuyo destino último es el llenar camisetas o pegatinas; creemos que el tema de la sostenibilidad merece un tratamiento intelectual y discursivo mucho más profundo.

Sin ser unos especialistas en este tema pensamos que se hace excesivo hincapié en los factores directamente ligados por una parte a la producción (materiales reciclados, contaminación, ahorro energético…) y por otra al destino del producto una vez cumplida su vida útil (reciclado, reutilización…), olvidando en gran medida precisamente ese estadio intermedio que es el del uso y disfrute de un producto.

En este sentido a nosotros nos gusta pensar, a modo de modesta aportación a la teoría de la sostenibilidad, en un “mejor es mejor” y para que no se nos pueda acusar de fabricantes de frases ingeniosas intentaremos explicarnos; tal vez sería interesante lograr que los objetos, las cosas, los productos que escogemos para que entren en nuestra vida estén pensados, o sea diseñados, para quedarse nos nosotros el mayor lapso de tiempo posible; de esta manera, por ejemplo, entre dos productos de tipología y prestaciones similares tal vez podría llegar a ser más sostenible aquel de los dos que contaminando seis veces más y siendo cuatro veces más caro poseyera sin embargo una vida útil veinte veces mayor; pero para ello tendríamos que estar hablando, más allá de una cultura del proyecto, de una sostenibilidad en la producción y una conciencia del reciclado, de una auténtica cultura del consumo, en la que perfectamente tendría cabida la frase “no es más feliz quien más tiene…”.

Por eso, a nosotros nos gusta pensar que nuestros productos puedan pasar de padres a hijos, diseñando hoy para mañana; y también por eso precisamente nosotros siempre hemos preferido hablar, aunque el término pueda resultar en un principio un tanto trascendente, de esencialismo frente a minimalismo; pensar, y por lo tanto diseñar, desde lo esencial significa alcanzar lo buscado siendo esto justo lo necesario.

Godot y colaboración con Escofet

Godot es un banco.  Pero un banco con voluntad existencialista (a la que contribuye la alusión a Beckett y a su  metáfora de la espera.  ¿Esta idea filosófica es la base de un ejercicio esencialista llevado al extremo? ¿Qué fue antes, el concepto o la visualización de las formas?

Nos vas a disculpar la matización pero para Godot, siendo efectivamente un banco, negamos la mayor en cuanto a su voluntad existencialista; si en Godot hemos de buscar una voluntad, una motivación, ésta ha de ser la de la quietud, la calma, el sosiego; si algo busca, y nos ofrece Godot, es una sombra donde descansar.

Hay que entender que la utilización que nosotros hagamos de planteamientos “intelectuales”, filosóficos en este caso concreto, a la hora de abordar nuestros proyectos es meramente instrumental, o dicho de otro modo, de uso interno; nos aterra pensar que el público, la gente corriente, que es en definitiva el verdadero, último y fundamental leif motiv de nuestro trabajo, pudiese llegar a ser consciente de estos referentes; sería tan absurdo que alguien se sentase en él buscando la comunión con las ideas, pesimistas por otra parte, de Beckett, como dramático que alguien, por declararse por ejemplo materialista dialéctico, dejase de hacerlo por motivos estrictamente ideológicos.

Obviamente en nuestro trabajo es anterior y fundamental la idea, el concepto, frente a la formalización; preferimos trabajar de dentro a fuera, queremos pensar que nuestros proyectos tienen alma, antes que simple epidermis.

En pocos años esta pieza ya es todo un clásico. ¿Es eso un piropo para el objeto?

Indudablemente, si, o al menos a nosotros nos lo parece; tal vez para un diseñador acostumbrado a acaparar portadas con creaciones incendiarias el término le resulte obsoleto e incluso ofensivo, tal vez perciba lo clásico como la antítesis de lo moderno, contradicción perfectamente resuelta hace mucho tiempo por Dino Gavina; para nosotros es un auténtico alago porque pone de manifiesto uno de nuestros objetivos a la hora de diseñar, y es que el resultado de nuestro trabajo trascienda los condicionantes coyunturales de las modas y la vorágine de las tendencias; siempre hemos buscado para nuestro trabajo un planteamiento de atemporalidad, que nos permita estar diseñando hoy con el deseo de que ese mismo trabajo sea válido en un futuro más o menos lejano.

Como diseñadores, ¿os gusta trabajar al margen de conceptos como tiempo, lenguaje y estilo?

En cuanto al factor temporal en nuestros diseños, siempre hemos preferido trabajar primando la validez atemporal de los mismos que les lleve  a proyectar su validez funcional, e incluso estética si se quiere, más allá del momento de su creación; creemos además que este planteamiento, sobre todo en el ámbito de los bienes de consumo, puede convertirse, como hemos explicado antes, en un factor de sostenibilidad.

En cuanto a la cuestión del lenguaje, o si queremos ir más allá en cuanto a la estética, entendida como manifestación de la ética, siempre hemos afirmado que no pretendemos tener un estilo, cosa que sin embargo apreciamos que tenga cada uno de nuestros diseños por separado; intentaremos explicarnos, mientras que nos parece tremendamente tedioso, a la vez que complicado, mantener unas constantes formales que identifiquen todos nuestros trabajos, si es verdad que intentamos que cada uno de nuestros proyectos logre manifestar una coherencia interna que conexione su núcleo con su piel, que muy bien podríamos llamar estilo.

Tal vez, el no intentar mantener o cultivar un estilo a priori sea una nefasta estrategia de mercadotecnia de cara a nuestra propia marca; a cambio, esta renuncia nos permite afrontar cada proyecto sin mirar atrás, sin forzar ejercicios miméticos, poniendo en valor las alas frente a las raíces, Tusquets dixit; nos gusta ser honesto con cada uno de los proyectos que afrontamos, sin ningún tipo de condicionantes apriorísticos, en especial en cuestiones formales.

Godot habla también sobre un diseño que abraza la naturaleza (expresado en piezas que envuelven árboles), al mismo tiempo que propone al ser humano un acercamiento. Más allá del principio filosófico de un “reencuentro”, ¿en qué nivel situáis la aportación de Godot a la cultura del espacio público?

Creemos que esa aportación se centra en dotar al espacio urbano de una pieza pausada, serena, casi un aforismo en el discurso público; siempre nos ha gustado hablar de Godot como “un banco lento”, un elemento de mobiliario muy ligado a toda la filosofía del movimiento SLOW, que genera en el espacio público, a través de la conexión directa con algo tan atemporal como es un árbol, un ámbito para la espera y nos habla de una vida apacible y ralentizada.

Vuestro estudio tiene larga experiencia con empresas. ¿De qué manera influye contar con un interlocutor como Escofet, con cultura en diseño y experiencia en mobiliario urbano? ¿Suponía eso en cierta medida una garantía para el éxito del proyecto?

Indudablemente facilita enormemente el trabajo del diseñador, ya que le permite concentrar todos sus esfuerzos en desarrollar el propio proyecto, sabiendo que ese esfuerzo se verá respaldado y facilitado por el propio cliente en una estrategia convergente; también propicia que la idea generada por el creador, desarrollada en forma de proyecto y materializada en forma de producto llegue con más facilidad al usuario, cumpliendo de esa manera el objetivo principal de todo diseñador; podríamos decir, buscando una analogía mecanicista, que trabajar para, o dentro, de una maquinaria perfectamente engrasada permite minimizar fricciones y evitar que los esfuerzos se disipen.

¿Qué lectura hacéis del matrimonio ocasional con Escofet? ¿Os permitió abrir alguna vía? ¿Qué destacaríais de esta experiencia compartida, bien en el aspecto tecnológico, de creatividad o materialización del producto?  ¿La buena sintonía entre diseñador y empresa da alas a la creatividad más ambiciosa?

Si se nos permite la broma, lo nuestro con Escofet se aproxima más a una cita, si no a ciegas, bastante ocasional, que sin duda, y a pesar de lo esporádico y circunstancial, estamos seguros nos reportará buenos recuerdos por bastante tiempo, esperamos que al menos durante 20 años.

Ahora hablando en serio, y tal como hemos explicado anteriormente, colaborar con Escofet nos dio la oportunidad de trabajar para una empresa que entiende y valora tu profesión como diseñador, y entiende y valora el diseño como factor clave en el desarrollo y la producción industrial.

Tal vez lo que más lamentamos es que, al no ser nuestro caso el de ser prescriptores de nuestros diseños, no hayamos encontrado más ocasiones de colaboración con Escofet, lo que nos ha obligado a serle “infiel” con otros fabricantes en proyectos que nos hubiera gustado desarrollar con ellos; en todo caso siempre estaremos agradecidos a Escofet por haber confiado en nosotros cuando prácticamente éramos unos desconocidos, y el habernos abierto de alguna manera la puertas de un sector en el que hemos desarrollado gran parte de nuestro trabajo como diseñadores de producto.

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TEST:

Lo que más suena esta semana en el estudio: El disco que acaba de lanzar Madness y el Memories of a Color de Stina Nordenstam.

La más atractiva feria del diseño es… No seguimos las ferias de diseño.

Dos ciudades extranjeras con mobiliario urbano que os guste: Nos gustan las sillas de los Jardines de Luxemburgo de París y los bancos corridos de Central Park de Nueva York.

Un buen banco en Madrid para sentarse a la sombra este verano: Cada vez es más complicado; el banco, según podemos ver en algunas de las últimas remodelaciones de nuestras calles y plazas, se está convirtiendo en una especie en peligro de extinción.

Café o té: Café solo, los dos, aunque Javier con azúcar y José Luis sin ella.

A la capital le sobran… Chirimbolos.

Una frase que os identifique: Nuestros diseños susurran, no gritan.

Al que le guste el diseño no sé puede perder (qué libro??)…  Wabi Sabi para Artistas, Diseñadores, Poetas y Filósofos de Leonard Koren.

Lo mejor de Javier (que responda José Luis): La capacidad para poner en marcha proyectos.

Lo mejor de José Luis (que responda Javier): La paciencia.

Os chifla la comida… (nacionalidad): Mediterranea

En el estudio hay un cartel/lámina/póster/foto de… Joan Brossa, Miss Aniela, Fernando Vicente, el cartel del último Festival de Cannes, una panorámica gigante de Nueva York, un cartel del restaurante Network Café, una lámina de Rothko …

 

ENTREVISTA:

¿En qué estáis trabajando ahora?

Ahora mismo estamos desarrollando una marquesina de autobuses con un planteamiento constructivo revolucionario.

¿Os lleváis trabajo a casa?

En mi caso (Javier) es aún peor, o mejor según se mire, ya que tenemos el estudio en mi propia casa. ¿Es imposible separar la oficina de la casa? ¿Es complicado abandonar una idea que anda por ahí o hijos/mujer/amigos ayudan a salir? Creemos que hemos encontrado un punto bastante equilibrado en el que al considerar el diseño como una profesión vivencial no sabemos dónde acaba el trabajo y comienza la vida; utilizamos el diseño como excusa para comprender el mundo que nos rodea y utilizamos la vida cotidiana como punto de partida para nuestros diseños.

El último país, ciudad, certamen donde habéis enseñado vuestras piezas??

Ahora mismo tenemos dos de nuestros diseños, el cuenco Introvertido y el Déjà Vu, en la exposición FOODJECTS, Diseño y Nueva Gastronomía en España, que se está celebrando en Washington.

¿Cuánto tiempo lleváis metidos en el diseño de manera profesional?

Unos quince años.

¿De qué premios estáis más satisfechos?

Tal vez del Delta de Plata del ADI-FAD de Barcelona que obtuvo el banco Godot ¿Por qué? Porque es un banco que comercialmente está funcionando realmente bien y de alguna manera el éxito de público complementa la concesión del premio; un diseño que consiga un galardón pero luego no funcione comercialmente no nos dice nada.

díez+díez diseño son dos o es uno… ¿De qué manera soléis trabajar, llevar a cabo los proyectos, hacer las ideas realidad?

El arranque conceptual lo suelo dar yo, Javier, para posteriormente, en las fases más pragmáticas de de trabajo más metódico ir involucrándose mi hermano José Luis.

Trabajáis más por encargo o, a menudo, a partir de ideas propias, sin un briefing… ¿Qué os ocupa más tiempo en el día a día?

Repartimos nuestro trabajo al 50% entre proyectos por encargo y a desarrollar conceptos propios.

¿Y qué os motiva más?

Creemos que los proyectos que viene determinados y definidos por un cliente, ya que, aunque parezca un contrasentido, cuando un fabricante te impone unos límites o unas pautas, el diseñador demuestra su verdadero valor; no somos artistas que necesiten libertad plena para expresarse.

A partir de “… nos gustaría diseñar un hotel… dar el salto del relato a la novela”. ¿Qué importante idea/proyecto tenéis metido en un cajón con ganas de enseñarlo?

En este caso, lo que estamos esperando es a ese cliente que confíe en que somos capaces de dar ese paso, de pasar de la escala del objeto o del mobiliario, a la escala espacial; al ser proyectos donde el programa, el presupuesto o el espacio condicionan el proyecto, no tenemos formulaciones o ideas previas como puede suceder con proyectos de producto, donde el autoencargo se puede encontrar más cerca de una producción real.

¿Y un parque? ¿Os gustaría diseñar un parque?

Si. ¿Cómo sería, qué buscaríais? Sobre todo que se convirtiese en un lugar de encuentro ya que como afirma el urbanista Peter Hall, lo que cambia un lugar es la gente.

¿Qué libro o película, qué director/novelista/ilustrador… os ha inspirado mucho u os ha marcado en algún sentido?

Hay muchas referencias literarias y cinéfilas en vuestros trabajos. Si, lo que hacemos en poner en práctica una cierta transversalidad creativa, buscamos el punto de arranque para nuestros proyectos en cualquier campo creativo, siempre que no sea el del diseño, ya que pensamos que encontrar referencias en tu propio campo de actividad puede resultar endogámico, y sobre todo terriblemente aburrido.

¿El objeto del que estáis más contentos?

La librería Virtual, una librería que desaparece completamente cuando la llenas de libros; es un diseño que expresa perfectamente nuestros planteamientos ya que cumple perfectamente la función para la que fue creada, siendo a la vez un objeto discreto pero a la vez cargado de una fuerte carga poética.

¿El que más se resistió?

El aparcabicis CYCLO, como la película de Tran Anh Hung, que acabamos de presentar en CONSTRUMAT; la palabra resistir tal vez no sea la correcta; lo que ha sucedido es que es una proyecto que ha evolucionado con multitud de propuestas, cosa poco habitual en nuestro trabajo; la clave tal vez se encuentre en que de alguna manera lo que estábamos materializando era el encuentro fortuito entre un objeto creado por nosotros y otro, la bicicleta, dejada por el ciclista

¿Y el mejor se ha vendido?

En el ámbito público el banco Godot y en el doméstico la librería Virtual.

¿Por qué?

En ambos casos sucede que resuelven problemas, sentarse a la sombra de un árbol o almacenar libros, pero siempre con esa carga poética o conceptual que hace de nuestros diseños algo más.

¿Cuánto o de qué manera os sentís influenciados por la Naturaleza?

Tenemos que reconocer que más bien poco, somos más bien urbanitas.

¿En ocasiones es difícil encontrar fabricante para determinadas ideas?

Bastante.

Vuestro trabajo actual tiene un reflejo en vuestra infancia?? Erais unos fanáticos del Lego, de todo lo que tuviese piezas o se pudiera moldear? Ya me entendéis. 

Esperamos que nuestro trabajo no sea una manifestación de nuestra psique más profunda, ya que seguramente alguien podría diagnosticarnos cierta tendencia a la esquizofrenia, por la variedad de nuestro trabajo; hablando en serio, creemos que a diferencia de los artistas, en el trabajo del diseñador debe reflejarse, incluso más que su propia identidad, los condicionantes y posibilidades del cliente, pero sobre todo las necesidades del usuario; y no, no éramos fanáticos de Lego, sino del Exin Castillos.

¿Tenéis o habéis tenido encargos internacionales?

No, la verdad es que tampoco los hemos buscado; hemos preferido afianzarnos profesionalmente primero en España, para a partir de ahora intentar dar el salto fuera. Esperamos que nuestra inclusión en BRAVO, un libro de Juli Capella que, editado por el Ministerio de asuntos Exteriores, mostrará en todo el mundo el trabajo de los 20 estudios/diseñadores de producto de la generación más reciente, nos ayude. ¿De dónde?

Existen fronteras para el diseño?? Quiero decir… ¿Es fácil diseñar una aceitera que un bol japonés o es al contrario?

Como hemos dicho, para nosotros el diseño es una actividad vivencial; por ello no creemos en los límites culturales o geográficos establecidos de antemano; pensamos que en el trabajo de un diseñador influyen más los límites de sus propias vivencias.

¿Cuesta hacerse un hueco en el mundo del diseño…? Si ¿Hay que estar “vendiéndose” constantemente?

Si, y eso a nosotros nos molesta y cansa tremendamente, nos pone muy nerviosos que la figura del diseñador prevalezca, e incluso eclipse, a su propio trabajo; nuestro gran sueño, siempre que los encargos siguiesen llegando de una forma natural, sería desaparecer mediáticamente, aunque eso supusiese no aparecer en ninguna entrevista, ni exposición, ni recibir ningún otro premio; lo que nos interesa por encima de todo es desarrollar proyectos que acaben ocupando un lugar, sin estridencias, en la vida de la gente.

¿Cuándo vienen las mayores discusiones? ¿Es más fácil discutir por el disco que suena que por un diseño x?

La verdad es que discutimos bastante poco.

Imagino que ser hermanos ayuda mucho y a veces, complica ciertas decisiones… ¿La clave es intentar obviar ese parentesco?

Si, tal vez esa sea una de las claves.

En cuanto a carácter, ¿os complementáis bien o es que es parecido?

La clave fundamental es que nos complementamos tanto a nivel de carácter como de capacidades.

Por muy urbanita que uno sea, dan ganas de irse al campo tal y como se están poniendo algunas ciudades –sobre todo, porque la vivo, Madrid-, ¿no?

Madrid, tiene sitios y posibilidades maravillosas, solo hay que saber buscar.

¿Este signo de los tiempos os motiva más?

Creemos que las ciudades son un campo de actuación fabuloso; tal vez el haber nacido y vivido en una ciudad como Madrid nos ha ayudado como diseñadores, ya que nos ha permitido analizar, como si se tratase de un gran laboratorio, las cosas que no funcionan; tal vez si hubiésemos vivido en una idílica ciudad escandinava no habríamos tenido motivos para replantearnos la realidad.

¿Habéis recibido felicitaciones de algún consumidor final?

Si, y es realmente gratificante, incluso más que los premios.

¿Cómo son?

Por ejemplo, coincidiendo con la Semana Internacional del Diseño que se celebró hace unos meses en Madrid, estuvieron expuestos en la plaza de Colón dos de nuestros bancos, los Dove y el Ponte; bueno, pues era realmente fantástico, estar cerca de de ellos, y sin presentarnos como los diseñadores de esos bancos, escuchar los comentarios de la gente, y realmente nos sonaba a música celestial cada vez que alguien hablaba de lo cómodos que eran esos bancos y que era una pena que no hubiese colocados más en Madrid.

¿Por qué un objeto como la magdalena de Proust? ¿Cuál es su función?

De alguna manera es una magdalena con memoria interna, es un contenedor de recuerdos; lo que hemos hecho es materializar lo que Proust enunció en su obra En busca del tiempo perdido, y más concretamente en su primera parte Por el camino de Swan, y es que el olfato es el sentido que de una manera más potente puede evocarnos recuerdos e imágenes del pasado; pensamos que un objeto que te haga evocar recuerdos, o pensar, o simplemente sonreír también es funcional.

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- ¿Cómo comenzasteis en el mundo del diseño?, ¿cómo se crea en pareja?,  ¿es difícil trabajar con su propio hermano?

Javier: En nuestro caso todo ha sido muy circunstancial; en un principio yo comencé a estudiar arquitectura pero afortunadamente enseguida me di cuenta de la cantidad de condicionantes burocráticos, normativos, económicos, etc., que acompañan y condicionan el proceso puramente creativo, y a los dos meses de curso abandoné; me decidí entonces por el diseño de producto, o más concretamente el de mobiliario al descubrir como una serie de grandes arquitectos habían abordado esta disciplina. De esta manera, al comenzar mis estudios en las Escuela Experimental de Diseño, poco a poco fui introduciendo en mi casa libros, revistas, etc. sobre una profesión que por aquel entonces era difícil de explicar y mucho mas de entender; así, una vez allanado el camino, mi hermano José Luis se decidió por estudiar interiorismo, tal vez pensando en complementar una futura colaboración e incluso la creación de un estudio común, como así ha sido; a partir de ahí comenzamos a trabajar juntos ya desde los años de estudios, participando en cualquier concurso que se nos cruzase en el camino, obligándonos a fabricar maquetas, prototipos, permitiéndonos conocer el diseño desde su parte más práctica, pisando carpinterías, talleres, que nos obligaban a comprender como construir las cosas, no solo como dibujarlas.

José Luis: Creemos que trabajar en pareja o yendo más allá, en equipo, tiene más ventajas que inconvenientes respecto a hacerlo individualmente; cuando trabajas solo, en tu estudio, en tu espacio íntimo de creación, corres el riesgo de convertirte en el único observador de tu propio proceso de trabajo, puedes tender a pensar que tu punto de vista es el correcto.

En nuestro caso el proceso creativo, simplificándolo un poco, lo suele comenzar Javier y una vez que va tomando forma yo me acerco a él casi como un posible comprador o usuario y comienzo a corregir o comentar aspectos que para mí son totalmente novedosos.

Javier: Además nos complementamos perfectamente, abarcamos parcelas propias sin interferir en las del otro; mientras yo soy el creativo, el soñador, el que busca los horizontes más lejanos, de alguna manera el “software”, José Luis es el pragmático, el que mantiene en funcionamiento el “hardware” de estudio.

No creemos que el hecho de ser hermanos suponga un condicionante especial a la hora de trabajar con respecto a una pareja digamos que corriente.

- ¿Cómo habéis visto evolucionar al mundo del diseño?

José Luis: La verdad es que no seguimos especialmente el mundo del diseño al menos en lo que respecta a su vertiente más mediática, más formal.

Nos interesa, eso sí, seguir todas aquellas tendencias sociales, culturales o políticas que puedan desembocar en la práctica del diseño, en nuestro caso de producto.

Nos interesa lo que esté sucediendo en el mundo, en nuestro entorno, tanto material como teóricamente, para traducirlo después en nuestro trabajo, no al revés, no queremos imponer nuestra propia y personal visión del mundo a una sociedad que tal vez no esté pidiendo esas creaciones.

Javier: Nos puede interesar mucho más los planteamientos de Jasper Morrison sobre lo Supernormal o de Fukasawa sobre la “potencialidad”, o seguir y estudiar las corrientes ligadas al “slow food” a las “slow city”, o bien conocer las leyes de la simplicidad de Maeda o el concepto de transversalidad de De Bono, o leer las ideas de las Clases Creativas de Richard Florida, o conocer el planteamiento empresarial de MUJI, antes que conocer las 2.000 novedades de la última Feria de Milán.

Con respecto al futuro somos verdaderamente optimistas, creemos que esta crisis por la que estamos atravesando es un momento fantástico para ralentizar el ritmo y pararnos un momento a reflexionar, pensar sobre todo en lo que hemos hecho mal hasta ahora para no repetirlo; el diseño bien entendido puede convertirse en una verdadera herramienta de cambio positivo, no meramente un fin publicitario y vacuo.

- ¿Cómo pensáis que recibe la sociedad el diseño?, ¿creéis que a veces se ensalza demasiado?

José Luis: Creo que en al menos en España sigue existiendo un divorcio entre diseño y sociedad; tal vez el problema radique en que paradójicamente se suele presentar a los diseñadores como los creadores de nuestro entorno más cercano, más cotidiano, se nos hace ver que diseñan desde el billete de metro que utilizamos para ir al trabajo hasta la vajilla de todos los días, pero simultáneamente se presenta a los diseñadores como creadores casi mágicos, verdaderos gurús con poderes de creación demiúrgicos.

Un ejemplo; recientemente, el suplemento dominical de un periódico de tirada nacional estuvo dedicado a las 100 personalidades iberoamericanas del 2008; pues bien, la única representante de nuestra profesión que pudimos encontrar en la lista había que buscarla, no en la sección de creadores, como hubiese sido lo lógico, sino en la sección ¡¡¡¡¡de estrellas!!!!!

Nosotros utilizamos una especie de truco a la hora de trabajar, nunca olvidamos que somos compradores y usuarios antes que diseñadores; nunca crearíamos algo que no nos gustase tener en nuestras casas o encontrarnos en las ciudades en las que vivimos.

Javier: Creemos que el diseño se debe mostrar como una actividad profesional que existe más allá del papel couche de las revistas,  y que debe ser reconocida tanto por la sociedad como por el mundo de la empresa o de las administraciones; hay que entender que es una profesión en la que existe paro, precariedad, explotación, problemas de formación, etc., etc., etc., pero eso por supuesto no vende, no es cool, ni fashion, ni nada que se le parezca.

- ¿Por qué pensáis que se ha llegado a ensalzar tanto a los diseñadores, casi tanto como a los propios diseños?

Javier: Tal vez porque tanto para los medios como para el público es más fácil, y mucho más cómodo, ponerle cara y nombre a un diseñador, y sobre todo si se presenta disfrazado de artista, que llegar a poseer una cultura crítica que le permita identificar que es buen diseño y que no lo es.

José Luis: Nos preocupa la cantidad de diseñadores que se presentan como artistas; creemos que puede deberse a dos motivos.

En primer lugar existen  aquellos para los que su trabajo como diseñadores les sabe a poco y tienen que colgarse la medalla de artista para satisfacer su ego; por otra creemos que existe la figura del artista frustrado cuyas cualidades, por ejemplo como pintor o escultor, no serían reconocidas ni valoradas en los circuitos artísticos habituales, pero que han encontrado en el campo del diseño un verdadero páramo en el que precisamente la falta de esa cultura y reflexión alrededor del objeto les permite destacar sin muchos problemas.

En definitiva y como dijo Jean Renoir, “el arte no es sino la manera de desarrollar un oficio”; preferimos buscar el arte en la manera de hacer y no en los resultados del mismo.

Javier: Creo que existe un empeño generalizado en la sociedad en que todo se convierta en arte, desde saber hacer una tortilla francesa hasta el apreciar el sonido de la lluvia; por nuestra parte nos conformamos y simultáneamente aspiramos a ser buenos y simples diseñadores, y punto.

Nos gusta definirnos como diseñadores de los días laborables; dejamos, como dijo Baudelaire, al arte “los domingos de la vida”.

- ¿Creéis verdaderamente que el diseño está totalmente por debajo de la funcionalidad?,  ¿qué es para vosotros la imagen que transmiten las creaciones?

Javier: La pregunta encierra en sí misma un malentendido, o una simplificación, bastante generalizada; presenta la disyuntiva entre diseño y funcionalidad, presentándolos como dos términos antagónicos. Hay que llegar a entender que el término diseño no se refiere única a la cuestión formal o visual de una creación, a su propia imagen, sino que afecta a otros factores como son los funcionales, los constructivos, los ecológicos o los económicos; un buen diseño será aquel que sepa encontrar el punto medio, el equilibrio perfecto entre todos esos factores.

José Luis: Para nosotros la imagen es el resultado de todo un proceso de trabajo, nunca su elemento generador; hoy por hoy, cuando muchos de los productos comerciales se conocen a través de las revistas, de la televisión o de la web, mucho antes que físicamente, entendemos que las cualidades pregnantes, o dicho de otro modo, las cualidades visuales que nos hacen reconocer y recordar un objeto, son importantísimas y no las despreciamos, pero procuramos desarrollar nuestros proyectos de dentro a fuera, desde el alma al rostro, por decirlo de alguna manera.

- ¿Nunca os habéis dejado vencer por las modas imperantes?

Javier: No, nos resultaría demasiado aburrido y cansado estar siguiendo esas modas constantemente y condicionar nuestro trabajo a las mismas; además por nuestro planteamiento de trabajo esto sería bastante complicado. Nosotros nos declaramos diseñadores conceptuales, pero no en el sentido artístico del término, que podría llevarnos a resultados no comprensibles por el público, a una especie de divorcio tanto con los fabricantes como con el usuario de nuestros diseños; lo que queremos decir es que en nuestro trabajo, parafraseando a Sullivan, la forma sigue al concepto, la imagen está supeditada a la idea, nunca al contrario.

José Luis: Además, el trabajar esclavizados por las modas encierra un peligro, por definición la moda es lo que pasa de moda; nuestro planteamiento es que nuestro trabajo se entienda, funcione, se use hoy, pero también lo haga dentro de 10 ó 20 años; por ejemplo uno de nuestros primeros diseños, el elemento Zen,  un banco en hormigón diseñado para mago:urban, lo creamos aproximadamente hace 7 años; pues bien, el año pasado desarrollamos dos nuevas versiones del mismo, y gracias al éxito comercial que está teniendo este año pensamos diseñar tres versiones nuevas.

- ¿Cómo creasteis el banco Godot?, ¿creéis que hace falta integrar más naturaleza en la ciudad?

Javier: Este fue una de las primeras ocasiones en las que pusimos en práctica otro de los pilares de nuestro planteamiento a la hora de diseñar, se trata de la transversalidad; ésta consiste en tomar como punto de partida para desarrollar un diseño alguna referencia externa al propio ámbito de la creación proyectual, como la filosofía, el cine, la literatura o el teatro.

En este caso concreto partimos del reto de intentar crear un elemento de mobiliario urbano, preferentemente un banco, que pudiese integrarse con naturalidad en la escenografía de la obra teatral de Samuel Beckett “Esperando a Godot”; al comienzo de la obra, Beckett describe dicha escenografía como un árbol junto a un camino en medio del campo; con este punto de partida lo que hicimos a continuación fue un análisis conceptual tanto de la obra teatral como de su autor; esto nos da como resultado un armazón “ideal” que nos ayuda a la hora de comenzar a formalizar un proyecto.

El resultado se convirtió en uno de nuestros diseños más premiados, obteniendo un Delta de Plata del ADI-FAD, un premio de la AEPD y habiendo sido seleccionado ahora para participar en la I Bienal Iberoamericana de Diseño, pero además ser uno de los productos más vendidos de Escofet, la empresa que lo fabrica; esto demuestra planteando un proyecto con un alto grado conceptual se puede obtener como resultado un diseño que cumpla sus requerimientos tanto formales como funcionales y que por último obtenga el reconocimiento tanto del público como de los especialistas.

José Luis: En cuanto a la integración de la naturaleza en la ciudad, por supuesto que es necesaria, pero sin olvidar dicha integración dentro de un planteamiento global más amplio para mejorar nuestros espacios urbanos; no es suficiente el crear zonas verdes, sino repensar la ciudad para que esta se convierta en un ámbito de encuentro, y no solo de tránsito.

- ¿De qué pieza os sentís más orgullosos?

Javier: Tenemos un especial cariño por la estantería Virtual, una pieza que comenzamos editando en 1997 mi hermano y yo, y que posteriormente la empresa barcelonesa MiSCeL·LàNia introdujo en su catálogo; se trata de una estantería casi mágica, que desaparece una vez que se llena de libros; nos sentimos realmente orgullosos de este diseño porque por una parte posee ese plus que va más allá de la mera resolución de un problema, pero además se encuentra en ese punto de equilibrio del que hablábamos antes entre lo estético, lo técnico y lo económico.

José Luis: Además es un diseño que representa otra de las señas de identidad de nuestro trabajo; muchas veces se nos ha catalogado como diseñadores minimalistas, pero preferimos denominarnos esenciales; el minimalismo se ha convertido en un mero repertorio de clichés estéticos; preferimos la esencialidad para dotar a cada objeto de su justa medida que no tiene que coincidir necesariamente con su mínima expresión.

- ¿Cuál es la que más fama ha tenido?

Javier: Tal vez se trate del banco Miriápodo, un banco que diseñamos en colaboración con el estudio Trem Diseño Industrial y que está producido por Tecnología & Diseño Cabanes; el Miriápodo posee la peculiaridad, gracias a su modularidad, de poder llegar a ser infinito, adoptando configuraciones curvas o recta, abiertas o cerradas; el éxito de este banco radica por una parte en su versatilidad funcional, pero también en la fuerte carga visual que posee, en esa pregnancia de la que hablábamos al comentar la importancia que le dábamos a la imagen dentro del diseño; siempre hemos dicho que el Miriápodo es algo así como Marilyn Monroe, es imposible hacerle una mala foto.

- ¿Qué os apetecería diseñar?, ¿hay algún campo que os gustaría tocar en especial y que no hayáis tenido ocasión?

Javier: Realmente cualquier cosa, nos gusta considerarnos diseñadores polivalentes, no nos interesa la especialización. Algo que nos apetece especialmente es el de dar el salto al interiorismo, por decirlo de alguna manera pasar del relato a la novela; nos gustaría por ejemplo diseñar un café, un restaurante o un hotel.

José Luis: Además de esa manera podría poner en práctica en mi propio estudio lo que llevo haciendo a lo largo de 15 años colaborando en un estudio de arquitectura.

- ¿Por qué no sois participes de que vuestras piezas se expongan en museos?, ¿no creéis qué cuanta más gente disfrute de ellas, mejor?

José Luis: No es que no nos guste, de hecho el banco Miriápodo forma parte de la colección permanente del Museo de Artes Decorativas de Barcelona y el banco Pleamar de la colección de arte del Museo Marítimo de la misma ciudad; lo que siempre hemos pensado es que preferimos que la gente disfrute de nuestros diseño en sus ámbitos naturales, en sus casas, en sus oficinas, en sus parques; por supuesto que nos satisfacen los galardones, las exposiciones y que nuestras creaciones sean reconocidas por los museos, pero lo tenemos claro, si en un momento dado tenemos que escoger entre ventas y reconocimiento, nos quedamos con las primeras.

- ¿Cuáles de vuestras piezas tenéis en casa?

Javier: La verdad es que todas las que podemos, desde la estantería Virtual y la Ligera, el mueble auxiliar Baxter, y el perchero Tempo, pasando por la alfombra Vértigo, el banco Miriápodo y la lámpara Kyoto y terminando por la magdalena de Proust; por desgracia no tenemos un jardín que nos permita disfrutar de las piezas de mobiliario urbano que diseñamos; tal vez ya lo hayamos dicho, pero nunca diseñaríamos nada que no nos gustaría encontrarnos en nuestra vida diaria.

José Luis: Ahora por ejemplo estamos utilizando cotidianamente los prototipos de una vajilla con un planteamiento formal y conceptual totalmente rompedor y novedoso; pues bien, si no comprobásemos que esta vajilla aportase algo a las ya existentes, y que tiene más ventajas que inconvenientes no intentaríamos en un momento dado presentársela a un fabricante, no nos gustaría que llegase a la gente algo que a nosotros mismos no nos satisface.

En definitiva concebimos el diseño como una actividad vivencial, implicada en la vida, y que al igual que hace John Berger con la escritura, sea manifestación de la experiencia.

- Habéis hecho varios proyectos urbanos, ¿cómo se encuentra el diseño en las ciudades?, ¿creéis que sobra o falta algo?

Javier: Afortunadamente la gran mayoría de nuestros políticos y de la gente se ha dado cuenta de que el espacio público no es simplemente un espacio que hay que “decorar” y llenar de elementos más o menos útiles; el espacio urbano, ya sea el de las grandes ciudades o de los pequeños pueblos, es un espacio al que hay que dotar de significado social para que se convierta en un punto de encuentro y de relación, entre gente de distintas edades, de distintas procedencias.

José Luis: Por eso cada vez que tenemos que afrontar un proyecto dirigido al espacio público no olvidamos que de lo que se trata no es de ocupar un espacio, sino de crear un lugar.

- Respecto al proyecto de DÉJÀ VU, no hay ningún otro producto similar en el mercado, ¿cómo llegasteis a él?

Javier: El DÉJÀ VU nació como uno de esos proyectos de autoencargo que de vez en cuando ponemos en marcha como ya habíamos hecho antes con la taza Tímida o el bol Introvertido; se trata de pequeñas series que editamos nosotros mismos y que nos permiten trabajar con escalas reducidas, muy alejadas de las que utilizamos habitualmente por ejemplo en el diseño urbano; es una especie de gimnasia mental que nos permite no olvidarnos de esos objetos más íntimos, más cercanos a las personas.

Además se trata de creaciones donde el componente poético vence al estrictamente utilitario; no creemos que la totalidad del marco material que nos rodee tenga que estar gobernado por el estricto baremo de la funcionalidad, sino que hay que dejar margen a lo mágico, a lo divertido, a lo inútil, a lo imprevisto…, el gadget también tiene derecho a existir.

José Luis: DÉJÀ VU es la materialización de la famosa magdalena de Proust; Proust explica en un pasaje de su libro "Por parte de Swann", que forma parte de su obra "En busca del tiempo perdido", como un aroma, en ese caso una magdalena mojada en te, puede evocar imágenes y recuerdos de la infancia del protagonista de una manera más potente y clara que otros sentidos como la vista o el oído.

Lo que tiene que hacer quien tenga cerca una pieza de DÉJÀ VU es llenarla con una materia (pétalos, tierra mojada, algas, un algodón impregnado en la colonia de la persona amada…) cuya fragancia, al aspirar su aroma le transporte a tiempos, situaciones y lugares distantes; en definitiva DÉJÀ VU es, aunque resulte una paradoja, un bibelot con utilidad; o como nos gusta decir, hemos creado una magdalena con memoria interna.

- ¿Qué debe tener una pieza exitosa?

Javier: Ojalá lo supiéramos; hay que entender que el éxito de un producto depende de muchos factores, desde la calidad de su fabricación, pasando por una buena estrategia comercial, o un buen planteamiento publicitario; muchas veces ante el éxito comercial de ciertos diseños los focos mediáticos se proyectan automáticamente únicamente hacia el diseñador; creemos que es injusto olvidarse del fabricante, que es el intermediario necesario entre el diseñador y el público.

José Luis: Siempre hemos dicho que esto del diseño es, y se nos va a permitir el símil, como un taburete en el que cada una de sus tres patas estuviese representada por el diseñador, el fabricante y el usuario; el problema es cuando este taburete, paradójicamente, cojea.

- ¿Qué proyectos tenéis en estos momentos?

Javier: Para MiSCeL·LàNia estamos desarrollando dos nuevas versiones de Baxter, en concreto un botellero y un elemento para los recibidores de las casas, además de dos propuestas bastante lúdicas de la estantería Virtual; para Metaliberica, para la que ya habíamos creado la columna Ámbito, estamos diseñando un programa modular de cabinas de ducha.

Para Paviments Mata estamos ultimando un elemento del cual todavía no podemos hablar, pero que junto a los bancos Dove y el Ponte, se presentarán en la próxima edición de Construmat que se celebrará en Barcelona en abril.

José Luis: También en el ámbito urbano estamos desarrollando, junto a Trem Diseño Industrial, una marquesina de autobuses con un planteamiento constructivo totalmente innovador.

Además esperamos encontrar fabricante para un ambicioso programa de mesas de oficina que desde un briefing interno, analizando los nuevos espacios de trabajo, hemos desarrollado en los dos últimos años.

Javier: Así que parece que a pesar de la crisis no vamos a tener tiempo de aburrirnos.

...

Son hermanos y residentes en Madrid. Además, comparten su pasión por el diseño, que canalizan a través de su estudio. Participan en la Semana Internacional del Diseño de Madrid, que finaliza este viernes, con los bancos Dove y Ponte, que se pueden ver en la Plaza de Colón.

Pregunta.- Diseñadores y madrileños, ¿no deberían ser catalanes?

Respuesta.- ¿Por? Pensamos igual o mejor que un catalán. Lo que pasa es que ellos tienen una tradición, que en muy pocos años alcanzaremos. Ahora hay una serie de circunstancias para que el trabajo de muchos diseñadores madrileños aflore.

P.- ¿Por ejemplo?

R.- Pues el nacimiento de DI_MAD, la Asociación de Diseñadores de Madrid, o que Elena Ochoa abra su librería aquí o que MUJI tenga en Madrid la mayor tienda de Europa. Por lo menos les está dando que pensar a los catalanes.

P.- Tienen ustedes pinta de todo menos de diseñadores.

R.- ¿Y eso es bueno o malo? (risas)

P.- Es que son bastante normalitos…

R.- Ya, es la imagen falsa  que se tiene y la razón por la que la gente no toma en serio el diseño, porque piensan que somos unos bohemios o artistas medio locos. La gente no ve el diseño como algo corriente, del día a día, que es lo que hacemos nosotros, nada estrambótico. Preferimos vender un millón de objetos de un euro que un objeto de un millón de euros.

P.- Eso ya existe y se llama Ikea.

R.- Pues sí, pero creemos que podría existir un Ikea español si una serie de fabricantes se pusieran de acuerdo. El problema de los fabricantes españoles es que están yéndose a segmentos muy altos y están abandonando el sector medio, que es el que está ocupando Ikea hasta el punto de que España es el país del mundo donde más está creciendo.

P.- Así, además, no tendríamos todos la misma casa…

R.- Lo de tener todos la misma casa no es el problema, hace 40 años todos teníamos la misma casa pero horrorosa. Alrededor de Ikea hay falsos mitos, como que siempre faltan o sobran tornillos cuando montas un mueble o que todas las casas son iguales… No sé si se nota mucho que estamos deseando trabajar para Ikea (risas). Y para MUJI también. ¡Un saludo para IKEA y para MUJI! (risas).

P.- ¿MUJI también les pone?

R.- Es lo más, en MUJI están trabajando con diseñadores de renombre, como Fukasawa o Morrison, pero no lo dicen, al contrario que otras empresas, que lo que venden es al diseñador. La máxima ambición que tenemos en nuestra profesión es llegar a desaparecer.

P.- ¡Qué exagerados!

R.- Queremos jubilarnos como diseñadores, pero nos gustaría que nuestro nombre desapareciera de las exposiciones, de los concursos, de los premios… Este es un oficio como otro cualquiera, no entendemos el bombo y las lentejuelas. ¡Hacemos sillas, mesas y vasos!

P.- Han diseñado un botijo moderno, ¿esperan verlo en alguna obra?

R.- Tenemos que reconocer que no, porque es porcelana, es un juego de rediseño de algo tradicional. Queríamos introducir el botijo en la vida cotidiana y lo fusionamos con un tetrabrik de leche. Tal vez no se vea en una obra, pero en un domicilio, perfectamente.

P.- ¿Qué les gustaría diseñar?

R.- Un espacio interior, un hotel o un restaurante, por ejemplo. Y en cuanto a producto, estamos diseñando una marquesina de autobús revolucionaria, pero también una pinza para la ropa.

P.- ¿Madrid necesita diseño o ni falta que le hace?

R.- Si te refieres a ese diseño llamativo que se nota que es de diseño, ojalá no alcancemos ese nivel de Barcelona, porque estuvo sobresaturado de diseño. Ahora bien, se habla de crisis en Barcelona y ojalá pudiéramos tener esa crisis en Madrid.

P.- ¿Qué pondrían y qué quitarían?

R.- Las aceras, por ejemplo. Están saturadas de miles de objetos, como carteles, marquesinas, farolas, postes… no se puede pasear con tranquilidad. No hay un criterio ni coherencia, en pocos metros de acera puedes ver dos o tres tipos de bolardos distintos. Las marquesinas son también horrorosas.

P.- ¿Alguna petición para el alcalde, por si lee esta entrevista?

R.- ¡Claro! Y para Esperanza Aguirre también. Pediríamos que las áreas económicas del Ayuntamiento y de la Comunidad apuesten por el diseño. Es una vergüenza que comunidades como La Rioja o Castilla-La Mancha tengan sus centros oficiales de diseño, que aglutinan la parte cultural pero la económica también, y que Madrid no la tenga. Nosotros no hemos podido trabajar nunca aquí, siempre hemos sido más reconocidos en Cataluña que en Madrid.

...

¿Cómo empezó vuestro  interés por el diseño?

En nuestro caso el interés fue inicialmente por el mundo de la arquitectura, en el que descubrimos como grandes arquitectos se habían enfrentado al mundo del objeto dotándole de una verdadera importancia, y percibiéndolo como una pieza más, pero no menor, en la definición del entorno material surgido de las consecuencias y necesidades de la II Guerra Mundial; estamos hablando de los grandes arquitectos y artistas surgidos de la Bauhaus, de los componentes neoplasticistas holandeses del grupo De Stijl, de los constructivistas soviéticos, etc., y que posteriormente conformaron el Movimiento Moderno y los muy interesantes regionalismos críticos.

Por una serie de avatares personales yo, Javier, acabé estudiando diseño de industrial y mi hermano José Luis, interiorismo, intentando cubrir un abanico proyectual lo más amplio posible, de cara a crear un estudio, como así sucedió, en el que pudiésemos asumir encargos muy diferentes.

Nos podríais explicar cómo es  el día a día en el estudio de díez+díez diseño.

Simplificando mucho podemos decir que el trabajo diario del estudio lo lleva directamente Javier, ya que José Luis a su vez trabaja desde hace 15 años en B+R Arquitectos Asociados, un importante estudio madrileño de arquitectura; por tanto el enfoque inicial y el desarrollo del proyecto recae en un 80% sobre Javier, funcionando José Luis a modo de una especie de sector crítico que se enfrenta al proyecto desde la perspectiva objetiva de un mero espectador; es este distanciamiento el que le permite formular correcciones o comentarios esporádicos que podría formular alguien ajeno al proyecto, podríamos decir que no contaminado por el subjetivismo del acto creativo, pero utilizando las herramientas y enfoques propios de un experto proyectual.

Esto también es así por el tipo de encargos que a día de hoy recibimos, básicamente diseño de producto; suponemos que el día que empecemos a tener encargos centrados en el mundo del interiorismo este planteamiento actual se invertirá.

Cuando llega un proyecto al estudio, ¿cuál es su método habitual de trabajo?

Tenemos que reconocer que después de llevar unos 12 años como estudio hemos creado un sistema de trabajo bastante peculiar, si se nos permite el término; el enfoque que procuramos establecer cuando recibimos un encargo se basa en un análisis conceptual de lo que puede suponer el objeto del encargo, pero casi nunca desde la perspectiva propia del mundo del diseño, sino desde cualquier otro campo de la creación, ya sea literaria, filosófica, cinematográfica, etc.; es lo que hemos venido llamando transversalidad o en palabras de Richard de Bono, el pensamiento lateral.

A partir de ese punto de partida conceptual, procuramos escribir pero sobre todo pensar alrededor del objeto, utilizándolo en muchos casos como excusa para pensar en el mundo, en el entorno material, en el que posteriormente ese proyecto se inscribirá ya materializado como producto.

A continuación, y alrededor de lo que denominamos alma conceptual, comenzamos un breve  proceso de bocetado cuyos resultados son permanentemente contrastados con la síntesis del proceso anterior, y que en todo momento nos indica, a modo de balizas en medio de la niebla, el camino idóneo a seguir.

A partir de la elección de una determinada solución o propuesta es cuando nuestro proceso recupera el camino de la ortodoxia proyectual con los consabidos estudios de variables, versiones, análisis volumétricas, procesos industriales, etc., etc., etc.

Diseño industrial, mobiliario público…Habláis de “pasar del relato a la novela”, ¿cómo sería un espacio de diez+diez diseño?

Nos gustaría poder crear espacios que llegasen a ser verdaderamente vividos, no meramente transitados u ocupados; nos gustaría que esos espacios funcionasen, entendiendo en su verdadera dimensión la metáfora cinematográfica, como atrezzo de la vida pero nunca como su protagonista, la verdadera protagonista de la vida ha de ser la gente, nunca las cosas; de alguna manera es lo que ya hacemos en el terreno del diseño de producto, creando objetos, cosas, funcionales, pero silenciosas, estéticas, pero discretas.

¿Qué reivindicación hay en vuestro diseño?

Básicamente unos ideales de esencialidad en el producto y cercanía para con el usuario.

Por esencialidad entendemos el despojamiento al que sometemos a nuestros trabajos de todo aquello superfluo, innecesario, gratuito que nos impidiese percibir el eco original del arquetipo al que nos enfrentamos; quisiéramos que dicha esencialidad no se confundiese en modo alguno con el socorrido y vacuo minimalismo, que a día de hoy se ha convertido en una simple etiqueta mediática vacía de contenido y reducida a un simple recetario simplista de formulaciones ad hoc.

Por cercanía al usuario queremos hacer ver que el destino primero y último de nuestro trabajo es el comprador, o más genéricamente el usuario del mismo, nunca las portadas de las revistas, las vitrinas de las exposiciones o los catálogos de los museos.

Diseño es una palabra en boca de todo el mundo, ¿Que es el diseño para vosotros?

En realidad para nosotros el diseño no es sino una herramienta de trabajo, una manera de enfrentarnos al encargo que nos hace un cliente para dar como resultado un producto, sin olvidar por supuesto al comprador o el usuario de dicho producto, que para nosotros es el verdadero destinatario de nuestro trabajo, o parafraseando a Munari, de nuestro oficio; algo que tenemos muy claro en díez+díez diseño es que somos compradores y usuarios antes que diseñadores, y que no diseñaríamos nunca nada que no quisiéramos encontrarnos en las casas que habitamos, en los estudios en los trabajamos o en las ciudades que recorremos.

¿Qué no tolerarían en un proyecto?

Nos preocuparía que en alguno de nuestros trabajos la forma, la imagen, la estética primase o careciese de ese alma conceptual del que antes hemos hablado; entendemos que en nuestro trabajo el componente formal es fundamental, sobre todo estando inmerso en una sociedad donde la imagen prima y donde la reflexión frente al vértigo de la actualidad acuciante está en peligro de extinción, pero intentamos que esa imagen posea siempre un contenido; nos preocupa una sociedad del re-conocimiento instantáneo y superfluo frente a una del conocimiento profundo y pausado.

¿Funcionalismo o belleza?

Creemos que se trata de una dicotomía falsa y afortunadamente superada; un buen diseño será aquel en el que el balance entre estos dos factores, entre otros muchos, se encuentre en equilibrio; si se nos permite responderemos planteando dos preguntas; primera, el hecho de que un objeto funcione de manera precisa, acorde con los requerimientos para los que fue creado, ¿no lo acerca a un estadio de serenidad cercano a la belleza?; segunda ¿no puede ser percibida la belleza, al igual que podría hacerlo la poética o la ironía, como otro tipo de funcionalidad?

¿De qué obra suya se sienten más orgullosos?

Es una pregunta fácil de formular pero difícil de responder; hay que entender que cada proyecto nace de encargos muy diferentes, de clientes muy dispares y que han vivido procesos de creación con avatares diversos; por decirlo de otra manera, asumimos y aceptamos todos nuestros trabajos a pesar de sus imperfecciones o de las dificultades que surgieron en su proceso de creación.

Tal vez citaríamos dos, la librería VIRTUAL, producida por MisCeL·LàNia, y el banco GODOT, producido por Escofet 1886; se trata de dos productos en los que confluyen de manera más clara y completa los elementos primordiales de nuestro trabajo, esto es, esencialidad, transversalidad, serenidad y funcionalidad.

¿Creen que los materiales naturales pueden encajar en los proyectos de vanguardia?

Pueden y deben hacerlo, pero siempre desde la perspectiva de una situación como la actual, la de un escenario global donde la constatación de que los recursos son limitados y donde el modelo de crecimiento ha de ser puesto en entredicho y por ello revisado y reformulado.

Y decimos que deben hacerlo ya que se trata de materiales que por su propia esencia se encuentran ligados a la cultura material del ser humano, y por ello pueden introducir un factor de cercanía en el objeto contemporáneo  que haga que su vida útil se vea prolongada en el tiempo y por ello fomente la sostenibilidad; un ejemplo, existen más posibilidades de que una silla de madera pase de generación a generación, siempre que no sea de IKEA, a que lo haga una de plástico; y esto es así porque la cultura y la percepción de la mayoría de los productos “industriales” no tiene más allá de un siglo de existencia, mientras que en materiales como la madera, la piedra o el vidrio, el público identifica pulsiones milenarias.

¿Qué valor puede aportar un material noble a un proyecto?

El valor del tiempo; el material noble posee dicha cualidad por el refrendo que el paso de los siglos y su utilización por parte de culturas y sociedades muy diversas ha hecho de él; el material noble es por decirlo de alguna manera, y perdón por la redundancia, una materialización, una condensación geológica o biológica del tiempo, de la memoria.

Ello hace que la utilización de materiales nobles, y por extensión naturales, en proyectos de diseño contemporáneos consiga conjugar el tiempo pretérito aportado por el material en sí, con la proyección en el futuro que hace, o debería hacer la disciplina del diseño.

¿Nos podríais hablar de vuestros proyectos más recientes?

Nos gusta más hablar de los proyectos en los que estamos inmersos que en los que ya se han materializado; ahora mismo estamos desarrollando trabajos muy diferentes tanto en escala o materiales como en su enfoque y complejidad proyectual, que van desde una pinza para tender la ropa planteada desde la perspectiva de las personas con disfunciones en las manos, a marquesinas de autobuses con un planteamiento constructivo totalmente innovador, pasando por una mesa de trabajo, o mejor dicho un espacio de trabajo, que se insertaría en los estudios profesionales, en las oficinas o incluso en los ámbitos domésticos ligados al teletrabajo de una manera radicalmente nueva.

Por último, ¿un diseñador de referencia para vosotros?

Esta pregunta se nos ha hecho muchas veces y con el tiempo nos hemos dado cuenta de que hasta ahora siempre respondíamos dando algún nombre, sincero en su enunciación, pero cuya respuesta no dejaba de reflejar una profunda paradoja frente a nuestra relación entre diseño y diseñador; nuestra filosofía al respecto se encuentra reflejada en nuestro “retrato desenfocado” cuyo mensaje subyacente es el de que reconocemos y queremos que la sociedad reconozca la existencia y la importancia de un profesional del diseño detrás de cualquier producto, aunque nos resistimos al protagonismo excesivo, y muchas veces paródico, que en ocasiones se le otorga.

Por ello hoy en día, sin soslayar la pregunta, responderíamos citando a Naoto Fukasawa, pero intentando difuminar o enmascarar su nombre mediante la ubicación de su trabajo, o gran parte de sus trabajos (no todos), y de su pensamiento, por delante de su figura mediática.

...

Explicarme brevemente en qué consiste el proyecto díez+díez diseño.

Somos un estudio formado por dos hermanos madrileños, Javier, diseñador industrial, y José Luis, interiorista, que hasta ahora nos hemos dedicado al desarrollo de producto, pero que esperamos poder dar pronto, en el momento que algún cliente nos lo permita, el salto del relato a la novela, o sea, del diseño industrial al interiorismo; nos gustaría poder afrontar el diseño de un café, un restaurante, o por qué no, de un hotel.

¿Cuál es el futuro del diseño de cocina?

Creemos que pasa básicamente por su integración con el resto del espacio doméstico.

El papel de la domótica en la cocina del siglo XXI

Ni más ni menos que el que pueda ocupar en cualquier otra faceta de nuestra vida cotidiana, de hecho, gracias a ella nos hemos convertido en auténticos cosmopolitas domésticos; podemos acceder desde nuestra butaca favorita a cualquier información que suceda en cualquier punto del planeta en tiempo real o acceder instantáneamente a cualquier servicio que se nos ofrezca.

¿Cuáles son los materiales del futuro?

Pensamos que existirá una cohabitación de toda una serie de materiales sintéticos, muchos de ellos generados a partir de conceptos ligados al reciclado y la reutilización, junto con materiales naturales pero percibidos ahora con una nueva perspectiva, más enfocada a la sostenibilidad.

Disposición de la cocina, organización y optimización del espacio. ¿De qué manera pueden mejorarse?

Básicamente de dos maneras fundamentales; una de ellas es estudiando en profundidad las circulaciones, recorridos y relaciones proxémicas, toda esa serie de movimientos, que a modo de coreografía, se ejecutan en una cocina a lo largo del día; por otra, analizando el tema del almacenamiento, con una necesidad fundamental del aprovechamiento del espacio, y haciendo hincapié  en las cuestiones ergonómicas, con especial análisis de un factor como es el del envejecimiento de la población.

La integración de la electrónica e Internet en la cocina, ¿qué importancia tiene en el diseño próximo?

La misma que pueda tener en cualquier otro ámbito de nuestra vida cotidiana, ya sea en el espacio doméstico, profesional o de ocio; tal vez el punto de fricción que podamos encontrar en esta integración sea la de la confluencia de productos con unos procesos de, podríamos decir, obsolescencia o envejecimiento distintos; mientras que las aplicaciones informáticas y electrónicas evolucionan vertiginosamente, encontrándonos incluso con productos con tiempos de asimilación negativos, esto es, que son conocidos y asumidos por el usuario o comprador antes de su propia adquisición, los componentes tradicionales de una cocina tienen ciclos de vida mucho más prolongados; el acompasamiento no traumático entre estos dos componentes será la clave de este proceso.

¿El fenómeno de las cocinas abiertas al salón, se consolidará en el futuro?

Creemos que si, sobre todo observando el proceso de dinamización al que está siendo sometida la vivienda actual en sus diferentes tipologías, y que sin llegar a las formulaciones extremas del loft, nos ofrecerá soluciones más flexibles, fluidas y dinámicas que las tradicionales.

¿Cuál es el estilo de cocina que va a dominar en la próxima década?

Un equilibrio perfecto entre la optimización de tareas y funciones que la cocina nos ofrece a modo de eficiente sala de máquinas, y la creación de un espacio agradable, íntimo y apacible que invite a ser habitado y no simplemente utilizado; creemos que de alguna manera se debe recuperar para la cocina el protagonismo que tuvo en la casa de nuestras abuelas.

¿Y en términos de colores, cuáles son los que imperarán en esta temporada?

Lo sentimos pero no nos interesan las modas o las tendencias, no las seguimos, al menos aquellas vinculadas a cuestiones meramente formales o estéticas, como pura estrategia de marketing ; nos interesan las tendencias con una carga analítica y prospectiva más profunda, ligadas a la sociología, la economía, el pensamiento o la cultura.

¿Qué requiere la cocina del siglo XXI?

Nos da un poco de vértigo responder a esta pregunta; creemos que muchas veces los diseñadores, tal vez como mera estrategia escapista, presentamos soluciones a problemas o situaciones futuras, sin haber sabido resolver el presente, no nos damos cuenta que ese futuro está ligado íntimamente a nuestras acciones de hoy.

Ponerme ejemplos de aplicaciones de I+D+i en los diseños de cocinas que vosotros hayáis diseñado.

(Tal como te comentamos, no hemos realizado diseño de cocinas. Lo sentimos)

La forma de crear: pasos, protocolo de acción, sistema de creación.

Nos consideramos diseñadores conceptuales, pero no en el sentido que dicho término posee en el mundo del arte, sobre todo teniendo en cuenta que somos diseñadores, y no artistas; nosotros procuramos construir todo el proceso de diseño alrededor del concepto básico que encontramos en el objeto al que nos enfrentamos; después de escribir y anotar cualquier idea, pensamiento o concepto que nos sugiera el proyecto, realizamos una destilación de todo ese material para generar una especie de armazón constructivo, que posteriormente, y en un proceso relativamente corto de bocetado, sustente la formalización final del producto; resumiendo, y tal vez simplificando, podemos decir que escribimos mucho y dibujamos poco.

¿Qué os inspira?

La vida cotidiana, porque pretendemos y aspiramos a que nuestro trabajo acabe incorporándose a la vida corriente de la gente; como punto de partida para nuestro podemos utilizar cualquier campo de la creación, la filosofía, el teatro, el arte, etc., etc.; es lo que nosotros denominamos transversalidad, pero por supuesto nunca el mundo del diseño, lo que nos llevaría seguramente a un proceso de autismo creativo; que quede claro que ese punto de partida que podríamos denominar de “intelectual” es puramente instrumental, y no pretendemos, y sobre todo procuramos, que nuestros diseños no se conviertan en contenedores de discursos; nuestros diseños susurran, no gritan.

Un consejo para un joven diseñador industrial…

Sobre todo que se apoyen en lo que nosotros denominamos las tres C, esto es, curiosidad, crítica y creatividad.

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Bancos Zen, Godot, Miriápodo, Pleamar, Walden, Ponte, Dove, el bolardo Haiku, umbráculos, un aparcabicis a punto de presentarse en Construmat, una marquesina de autobús en pleno proceso de desarrollo… Está claro que el espacio público de las ciudades os importa e inspira. ¿Qué aportan estos diseños a las ciudades?

Javier: Nuestro planteamiento fundamental a la hora de diseñar cualquier elemento de mobiliario urbano, aún siendo conscientes de que su buena disposición o colocación en el espacio público depende en muchas ocasiones de otros profesionales como arquitectos, paisajistas o responsables municipales, no es el de llenar un espacio, sino mas bien el de crear un lugar; lo que pretendemos es dotar a esos elementos de un carácter que vaya más allá de su estricta funcionalidad y que por decirlo de alguna manera creen un ámbito de influencia positiva que vaya más allá de sus estrictos límites materiales.

Aunque pueda sonar grandilocuente nos gusta pensar en lugares donde la gente llegue a ser, no simplemente estar.

José Luis: Nos gusta imaginarnos, y esperamos que así suceda, que la gente busque, aunque sea inconscientemente, por ejemplo nuestros bancos para reunirse, o para esperar, para leer el periódico o para pensar, que en ellos se encuentren a gusto y que acudan a los parques o plazas en los que están situados porque en ellos se sienten bien.

Entendemos que el espacio público es un ámbito realmente complejo, en el que confluyen los trabajos de muchos profesionales (urbanistas, arquitectos, diseñadores…) y que el resultado cualitativo en la creación del mismo debe encontrarse en un equilibrio preciso en la actuación de todos ellos; nada conseguiríamos colocando unos magníficos bancos en una plaza invadida por la cacofonía del tráfico, al igual que sería fallido crear un parque esplendido dotado de columpios peligrosos para los niños.

El espacio público de nuestras grandes ciudades ¿es una asignatura pendiente para con la sociedad y el ciudadano?

Javier: Creemos que afortunadamente en los últimos años las cosas están cambiando y que el espacio público comienza a ser percibido por todos los agentes sociales como un espacio al que hay que dotar de sentido, no es suficiente simplemente con amueblarlo o decorarlo; el ciudadano comienza a tomar consciencia de que ese espacio es importante en su vida, a valorarlo, y comienza a exigir, y eso lo podemos comprobar a través de los medios por las polémicas ciudadanas alrededor de conflictos relacionados con la remodelación de calles y plazas, con las iluminaciones navideñas, etc.; las administraciones comienzan a percibir, o al menos deberían hacerlo, como ese espacio común puede llegar a funcionar como un instrumento para resolver conflictos como preconiza Jaime Lerner en sus “Acupunturas urbanas”.

¿Qué tipo de iniciativas se deberían adoptar por parte de administraciones y fabricantes?

Javier: Por una parte, las administraciones deberían llegar a entender que el ciudadano comienza a sentir ese espacio como algo importante en su vida, un espacio por el que no solo se transita o se circula, sino en el que establece muchas relaciones personales y sociales, a veces las únicas; el espacio público se está convirtiendo en el punto de encuentro de grupos sociales como ancianos, inmigrantes, desempleados, etc., etc. que hacen de las calles y las plazas algo así como su cuarto de estar.

A los fabricantes les pediríamos que ampliasen sus catálogos a nuevas tipologías, más allá de los consabidos bancos, papeleras y farolas; le pediríamos que arriesgasen y supieran ver, o dejasen ver al diseñador, nuevas posibilidades, nuevas respuestas para nuevas circunstancias.

Una propuesta, ¿cómo veríais que los ciudadanos participaran en el proceso creativo del mobiliario urbano de su ciudad? (a través de concursos de ideas, encuestas, cuestionarios, etc.)

Javier: Nos vais a permitir que comencemos nuestra respuesta planteando la siguiente hipótesis; qué nos parecería que el diseño de un complejo hospitalario se crease con ese mismo criterio, con ese planteamiento proyectual, dejando que la gente interviniese en el proceso creativo del mismo; creemos que la respuesta sería bastante obvia.

Si ahora retomamos la idea centrándola en el caso del mobiliario urbano, creemos que no nos costaría mucho reconocer que la gente, por lo general, desconoce términos como briefing, logística, tolerancias, scrap, prosémica, ergonomía, etc., etc., etc.

Debemos llegar a entender que la actividad del diseño, en cualquiera de sus especialidades, es una actividad profesional compleja en la que convergen multitud de factores (técnicos, económicos, estéticos…); también debemos comprender que un buen profesional del diseño intentará que en el resultado de su trabajo se vean representadas y satisfechas las necesidades y las inquietudes de los potenciales compradores y usuarios de los productos por él desarrollados.

En este sentido en díez+díez diseño siempre hemos mantenido que somos usuarios antes que diseñadores.

José Luis: Por esto nos molestan enormemente los concursos públicos que desde las administraciones se convocan periódicamente ya sea para diseñar un logotipo olímpico o la mascota de una exposición universal, por poner solo dos ejemplos; detrás de estas convocatorias populistas revestidas de falsos planteamientos democráticos se esconde en realidad un desprecio, o en el mejor de los casos un desconocimiento, hacia el trabajo profesional del diseñador, ya que el mensaje implícito en dichas convocatorias populares es el consabido “eso lo puede hacer cualquiera”; lo que se está haciendo, y esto es tremendamente peligroso, es trasmitir la idea, por lo demás bastante generalizada, de que el diseño se reduce simplemente a una resolución formal o estética, a una imagen.

¿Cualquier material es válido para dar forma a vuestros trabajos?; ¿Qué grado de investigación dedicáis en cada uno de ellos?

Javier: Por supuesto, cualquier material, al igual que cualquier tipología, puede despertar nuestro interés y ser soporte para plasmar nuestras ideas; creemos que es excitante la posibilidad que tiene el diseñador, en especial el de producto, se saltar de escala, de técnica de producción, de material; resulta gratificante, y poco aburrido, estar trabajando por ejemplo en pequeñas piezas cerámicas con un planteamiento muy íntimo y simultáneamente estar haciéndolo en desarrollo de un banco en hormigón de varias toneladas con un enfoque de escala urbana; a veces hemos pensado que nosotros utilizamos el diseño como excusa para pensar sobre el mundo, sobre el entorno que nos rodea.

José Luis: En cuanto al nivel de investigación en relación a los materiales debemos de reconocer que el margen de maniobra que nos han permitido hasta ahora los fabricantes es bastante limitado; tenemos que entender que en la mayoría de los casos los fabricantes poseen un dominio técnico y material bastante desarrollado dentro de su propia empresa, pero que les cuesta mucho abrir líneas de investigación más allá de ya controlado.

Javier: Por supuesto siempre hay excepciones; recientemente hemos trabajado para la empresa Metalibérica, líder mundial en la fabricación de elementos de baño en acero esmaltado o acrílico, que nos han permitido desarrollar la columna de ducha Ámbito a partir de un material, el CORIAN de DuPont, y unas tecnologías totalmente desconocidas para ellos.

Sabemos que vuestros trabajos se basan en ideas y pensamientos, y que os apoyáis en campos diversos de la creación. Una vez que toman forma, ¿qué mensajes transmiten?; ¿es éste el modo más limpio y auténtico de acercar el diseño al arte?

Javier: Si, de alguna manera lo que estamos haciendo es poner en práctica lo que el pensador maltés Edward de Bono define como pensamiento lateral o pensamiento divergente; nuestro punto de partida a la hora de desarrollar un proyecto podemos  encontrarlo transversalmente antes en un poema, en una secuencia cinematográfica, en la escenografía de una de obra teatral existencialista, que en el propio campo del diseño o del análisis estricto de la competencia del encargo que se nos hace.

A pesar de estos planteamientos intelectuales o conceptuales lo que tenemos muy claro es que no queremos que nuestros diseños sean portadores de mensajes explícitos más allá, por supuesto, de los que algún sesudo especialista en semiótica o psicoanalista freudiano pudiese llegar a encontrar; dichos planteamientos “intelectuales” los utilizamos estrictamente a modo de material interno de trabajo; nos daría miedo que dichos enfoques subyacentes emergieran y que la gente empezase a reconocer la filosofía vital de Samuel Beckett donde únicamente hay un banco, aunque como punto de partida para crear el banco Godot, hubiésemos partido del análisis de la escenografía de una obra teatral de dicho autor.

Si existe un mensaje que nos gustaría trasmitir con nuestros trabajos, y tal vez que alguien pueda escuchar si se acerca un poco a ellos, es el de la esencialidad, el de la sencillez.

Nuestra pretensión es que los objetos que nosotros diseñamos se conviertan en el atrezzo de la vida, nunca en los protagonistas de la misma.

En cuanto a nuestra relación con el arte tenemos que reconocer que es bastante tumultuosa y controvertida; no entendemos ese afán obsesivo y generalizado por convertir absolutamente todo en objeto de arte; nunca nos hemos planteado si el resultado de nuestro trabajo es o puede llegar a convertirse en arte, e incluso yendo más allá, nunca, al abordar un proyecto nos planteamos que lo que vamos a desarrollar es diseño, sino concretamente un banco, o un perchero, o una taza o una columna de ducha; para nosotros el diseño no es nunca un fin, sino un medio, una simple herramienta de trabajo; en definitiva nuestro planteamiento, y siempre nos remitimos a la frase del cineasta Jean Renoir, “el arte no es sino la manera de desarrollar un oficio”.

José Luis: Creemos además que es bastante peligroso presentar simultáneamente al diseñador como el definidor del entorno más cercano y cotidiano de la gente y a la vez presentarle como un creador artístico; creemos que esto en parte explica el divorcio que hasta hace poco ha existido entre diseño y público.

Los diseños de díez+díez diseño ¿son vehículos de comunicación, interactúan con los usuarios?

Es decir, diseño funcional sin más, ¿NO, gracias?

Javier: Por supuesto que nuestra intención primera y última es que nuestros diseños entren a formar parte de la vida de la gente, pero como acabamos de explicar, de una manera sosegada, tranquila, esencial, sin estridencias.

Lo que también entendemos es que afortunadamente el abanico de la estricta racionalidad se ha abierto para dar cabida a enfoques alrededor del objeto hasta ahora mal vistos por la ortodoxia funcionalista; de repente se ha descubierto que lo lúdico, lo poético, lo mágico, pueden entrar en nuestras vidas a través de los objetos más cotidianos: ¿por qué un objeto no puede cumplir perfectamente la función para la que fue creado y a la vez hacernos sonreír o soñar?

Pragmatismo e Idealismo ¿son conceptos que hermanan bien en el diseño?; ¿por qué?

Javier: Si, o al menos deberían hacerlo, si de lo que estamos hablando es de buen diseño; como hemos visto el diseño es una actividad profesional muy compleja, más de lo que en ocasiones  se nos hace ver, y que va muchísimo más allá de la simple definición estética o formal de los objetos; por ello si en un proyecto conseguimos hacer confluir el pragmatismo inmediato que resuelve los problemas del aquí y ahora, con el planteamiento idealista de hacer nuestro entorno material cada día un poco mejor estaremos hablando sin duda de buen diseño.

¿Hacéis examen de autocrítica con vuestros trabajos?; ¿es un ejercicio que os ayuda a acercar-divulgar más vuestros diseños?

Javier: Obviamente cuando se llega a producir uno de nuestros diseños, éste ha pasado por todo un proceso en el que se han evaluado múltiples factores, en el que se han barajado pros y contras de determinadas decisiones, en el que se ha intentado encontrar un equilibrio óptimo, que no necesariamente perfecto, entre diversas variables; por todo ello queda claro que la autocrítica está presente en todo nuestro trabajo.

Pero no nos conformamos con contemplar y asumir esta autocrítica, y nos interesa de una manera fundamental la crítica y el comentario, no necesariamente elogioso, que pueda provenir del mismo fabricante, una vez que el producto está fabricado, o del público que compra y usa nuestros diseños; por ello estamos muy atentos a todos aquellos comentarios que nos puedan trasmitir comerciales, vendedores o más difícilmente compradores; esto por ejemplo nos ha llevado en alguna ocasión a corregir algún punto concreto de nuestro trabajo o a ampliar con nuevas versiones diseños existentes como es el caso del banco Zen para mago:urban,  que comenzó como un simple elemento individual pero que en la actualidad está desarrollando su sexta versión; o el mueble auxiliar Baxter, que originalmente se diseño como elemento de pié pero que gracias al comentario de vendedores y ocasionales compradores hemos ampliado a una versión de sobremesa y otra de pared, estando estudiando en la actualidad la versión de botellero.

En estos tiempos tan difíciles ¿Qué mensaje enviaríais a la industria del diseño español?

Javier: En una época como la actual, de crisis, incógnitas e incertidumbres, tal vez el mensaje fundamental que nos gustaría trasmitir, sobre todo a nuestros potenciales clientes, es el de hacer ver el diseño como una actividad cuya misión fundamental, siempre que ha sido bien utilizada, ha sido el de dar respuestas certeras a problemas concretos; nos gustaría que se empezase a olvidar el uso cosmético y puramente publicitario que se hace del diseño y que creemos que ha generado en nuestro ámbito profesional nuestra propia parcela especulativa, haciéndonos cómplices y parcialmente responsables de la situación por la que atravesamos.

Como diseñadores pensamos que debemos asumir nuestra propia responsabilidad a la hora de redefinir el mundo que queremos y que dicha responsabilidad debería saber conjugar los verbos hacer con reflexionar.

En alguna ocasión habéis dicho que sois más partidarios de vender 1 millón de objetos a 1 euro que 1 objeto a 1 millón de euros. El mercado actual ¿es sensible a esta máxima?

José Luis: Creemos que las circunstancias mandan, y que el objeto “de diseño” (término que odiamos) que se cotiza en el mundo del lujo no es sino una especie de habitación del pánico en la que refugiarse, falsamente, de un mundo en crisis; preferimos estar cerca del gran público, ya que en definitiva formamos parte de él, y entrar en sus vidas, para mejorarlas, aunque sea con un objeto de 1 euro.

Seguís queriendo trabajar para Muji e Ikea. ¿Son firmas que arriesgan?

Javier: Nos interesan no tanto por su capacidad de riesgo como por la relación que establecen, sobre todo Muji, entre diseñador y comprador; me explicaré, lo que nos interesa es que presenten las cualidades del objeto que venden (precio equilibrado, sencillez, respeto por el medio ambiente, etc., etc.), que en definitiva son las cualidades que debe tener un buen diseño según nuestro criterio, por delante, e incluso anulando la presencia, o mejor dicho, la personalidad del diseñador; estamos saturados de esos productos que se nos intenta vender anteponiendo el nombre de su creador a las cualidades intrínsecas del mismo producto.

José Luis: Nuestro gran sueño profesional sería el poder llegar a desaparecer mediáticamente de las revistas, las exposiciones, los premios, en definitiva de los focos, pero que de una manera natural los clientes siguieran llamando a nuestra puerta y sobre todo que nuestros productos siguiesen llegando a la gente.

¿Os gustaría dar el salto a otros retos profesionales, como el diseño de interiores?

José Luis: Si, especialmente a mí que soy interiorista; nos gustaría dar el salto del relato a la novela como hemos explicado en alguna ocasión y tener la posibilidad de conjugar toda una serie de elementos que como diseñadores de producto se nos escapan.

Javier: Como diseñadores tenemos siempre en mente dos escenarios potenciales para nuestros productos, uno es la tienda y otro es el del espacio donde van a “vivir” nuestros diseños (plazas, calles, oficinas, espacios domésticos); trabajamos mucho intentando visualizar esos escenarios con gente real y usos reales de las cosas; aún así y como es fácil de entender nunca podemos llegar a saber con certeza dónde y cómo acabará el fruto de nuestro trabajo; por eso nos encantaría introducirnos en el mundo del interiorismo; estamos deseando poder crear un café o un restaurante o sobre todo un hotel, donde poder crear ese atrezzo total del que antes hablábamos.

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Formáis un buen equipo. Javier es diseñador industrial y José Luis interiorista. ¿Qué ventajas os aporta esto a la hora de diseñar?

Tal vez la fundamental sea la de poder cubrir escalas, planteamientos proyectuales y visiones espaciales muy diferentes; el caso más claro lo podemos tener en el desarrollo que estamos realizando en estos momentos en nuestro estudio de dos proyectos muy diferentes; por una parte estamos diseñando una sencilla pinza para colgar la ropa dirigida de manera especial, aunque no exclusiva, a todas aquellas personas con discapacidades en las manos, y simultáneamente estamos desarrollando una marquesina de transporte que resolverá muchos de los problemas que hemos detectado en las paradas de autobuses, tranvías, trenes ligeros, etc., etc., y que se inserta lógicamente en una escala urbana que sobrepasa la dimensión del propio objeto.

¿Cómo definiríais la función esencial de un diseñador?

La de dar forma al entorno material y cotidiano, el más cercano e inmediato a la vida de la gente; pero por supuesto sin olvidar que el trabajo del diseñador es una actividad inmersa en el proceso productivo, en el que debe introducir mejoras en el campo de la competitividad, la diferenciación y posicionamiento de la empresa para la que trabaja, pero sobre todo en la mejora y perfeccionamiento de los productos dicha empresa introduzca en el mercado.

Decís de vosotros mismos que os gusta trabajar con ideas como pragmatismo, poesía, reflexión, concepto, ilusión, búsqueda, pensamiento… ¿puede un objeto encerrar todos estos términos? Por supuesto que sí; creemos que nuestra trayectoria así lo demuestra ¿De qué manera? Fundamentalmente huyendo de un diseño formalista y vacio, en el que la imagen del objeto sea su seña de identidad exclusiva y excluyente; nuestra intención es la de crear objetos, cosas, espacios, de dentro hacia fuera, con contenido, donde su esencialidad interna se manifieste en una imagen serena y discreta, que conecte con la gente a base de susurros, nunca de gritos; no nos interesa crear iconos.

¿Cómo es el proceso de creación de un producto en díez+díez diseño?

Varía mucho de la tipología de producto que abordemos, de la formulación del encargo por parte del cliente o de los condicionantes productivos de éste. Creo que la mayor diferencia que podemos encontrar con el método de trabajo de otros diseñadores es que nosotros bocetamos, formalizamos propuestas o posibilidades gráficas de una manera bastante escasa; preferimos pensar, meditar, reflexionar mucho alrededor del proyecto, de su materialización y su introducción como producto dentro de la vida de la gente; como hemos explicado anteriormente, preferimos crear de dentro hacia fuera, del alma hacia la piel.

Vuestra filosofía a la hora de trabajar es la transversalidad ¿Qué significa exactamente este método de trabajo?

Fundamentalmente la de tomar como punto de partida para nuestro proceso de creación cualquier referente ajeno al propio mundo del diseño, ya que creemos que esto puede acabar convirtiendo a nuestra profesión en una actividad autorreferencial y paródica, desligada de la vida real de la gente; preferimos buscar inspiración o referentes en el mundo del pensamiento, de la poesía, del teatro, del cine o del arte.

Afirmáis que os gustaría trabajar para Ikea o Muji, que preferís vender un millón de objetos de un euro, antes que un objeto de un millón de euros. ¿Es posible hacer diseño de calidad a precios asequibles?

Si, por supuesto, siempre que entendamos por precio asequible el que represente una relación perfecta entre lo que el producto le cuesta al comprador y lo que aquel le proporciona a este; el diseño debe entenderse como una profesión que debe conjugar, equilibrar todos los factores, ya sean económicos, funcionales, productivos, y no solo estéticos, que confluyen en un producto.

Habéis creado pictogramas esenciales, tazas tímidas, librerías invisibles, bancos lentos, luces embaladas, botijos para el nuevo siglo, trozos de mar petrificados, muebles tan serviciales como C. C. Baxter, alfombras que dan vértigo y un largo etcétera. o piezas como las que acabáis de presentar en la exposición FOODJECTS ya sea la magdalena con memoria interna o cuencos introvertidos. ¿Existe un mensaje detrás de cada proyecto de díez+díez diseño?

No creo que podamos hablar de mensaje; creemos que sea inquietante y terrible que todos y cada uno de nuestros productos “hablasen” a la gente que se encontrase cerca de ellos, eso sería fantástico en uno de los relatos de nuestro admirado Juan José Millas, pero nunca en la vida cotidiana; lo que pretendemos es que el objeto tenga algo así como un alma, una vibración interior que se trasmita a su superficie de una manera sencilla y serena, sin estridencias.

¿Cómo veis el panorama del diseño español actual?, ¿se está avanzando?, ¿se hacen cosas interesantes?

Complicado, si pensamos que existen todavía muchísimas empresas que no han introducido el diseño como un factor de rentabilidad y mejoramiento de sus productos, o que si lo han hecho ha sido simplemente como un factor cosmético y publicitario; pero simultáneamente esperanzador, siempre que  entendemos que la crisis que estamos viviendo puede convertirse en una oportunidad magnífica para reflexionar y plantearnos el tipo de empresa y de industria queremos y necesitamos para nuestro país, sobre lo que hasta ahora hemos hecho mal, o simplemente no hemos hecho; creemos que la respuesta a todas estas preguntas tiene que ser la de una generar una actividad económica basada en la trasmisión de una identidad potente y definida, y unos valores comprometidos con la sociedad en la que dicha actividad se genera; creemos que el diseño debe ser  un valor fundamental e intrínseco, y no añadido como tantas veces se ha dicho, de ese tándem del I+D+I del que tanto se habla.

También habéis trabajado en diversos proyectos de mobiliario urbano, hacia el que sentís un gran respeto. ¿Qué diferencia existe respecto del mobiliario particular a la hora de trabajar?

Una diferencia fundamental es la de tratarse de un producto que el usuario se encuentra “impuesto”, colocado en sus calles y plazas, y por lo tanto su capacidad de elección se encuentra muy limitada, reducida en realidad a escoger una espacio urbano u otro para su disfrute; por ello nos interesa especialmente que el mobiliario urbano que desarrollamos no se limite simplemente a llenar un espacio sino a crear un lugar, un ámbito donde la gente además de descansar se relacione, se encuentre y se comunique.

¿Hay algo que os quede por hacer? ¿Algún proyecto que os gustaría realizar como diseñadores?

Nos gustaría especialmente poder pasar del relato a la novela o dicho de otro modo, poder dar el salto del diseño objetual al del espacio; nos gustaría  crear por ejemplo un café, un restaurante o un hotel, espacios donde la gente, el verdadero objetivo de nuestro trabajo y para la que hasta ahora hemos creado las cosas más cercanas, pudiese sentir esa misma esencialidad y vibración que tienen nuestros objetos.

Un proyecto preferido… ¿por qué?

Nuestro diseño favorito sigue siendo la librería Virtual, producida por MiSCeL·LàNia; se trata de un diseño que resuelve problemas, como dónde y cómo colocar todos esos libros que van amontonándose en inestables columnas en los espacios más insospechados de nuestras casas y estudios; pero a la vez posee una carga poética y visual muy grande; es una librería contradictoria porque desaparece cuando está llena, y es mayor el contenido que el continente. Es un proyecto que refleja bastante bien nuestros planteamientos, es un diseño que nos gusta llamar esencialista, término que va más lejos que el manido de minimalismo; no nos gusta llegar a lo mínimo, sino a lo esencial.

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Sois hermanos y, aunque Javier es diseñador industrial y José Luis interiorista, ambos demostráis tener un talento creativo. ¿Es el diseño una capacidad innata, genética?

Creemos que no; de hecho en nuestra familia no encontramos antecedentes relacionados con la creación. En nuestro caso todo ha sido muy circunstancial; en un principio yo, Javier, comencé a estudiar arquitectura pero afortunadamente enseguida comprendí la cantidad de condicionantes burocráticos, normativos, económicos, etc., que acompañan y condicionan el proceso puramente creativo y a los dos meses de curso abandoné; me decidí entonces por el diseño de producto, o más concretamente el de mobiliario al descubrir como una serie de grandes arquitectos habían abordado esta disciplina. De esta manera, al comenzar mis estudios en las Escuelas de Artes y Oficios, poco a poco fui introduciendo en mi casa libros, revistas, etc. sobre una profesión que por aquel entonces era difícil de explicar; así, una vez allanado el camino mi hermano José Luis se decidió a estudiar interiorismo, tal vez pensando en complementar una futura colaboración e incluso la creación de un estudio común, como así ha sido.

Cuando decidisteis empezar a trabajar juntos, ¿cómo os abristeis camino? ¿Cuántos años lleváis trabajando en el campo del diseño?

Realmente comenzamos a trabajar juntos ya desde los años de estudios, participando en cualquier concurso que se nos cruzase en el camino, obligándonos a fabricar maquetas, prototipos, permitiéndonos conocer el diseño desde su parte más practica, pisando carpinterías, talleres, que nos obligaban a comprender como se construir las cosas, no solo como se dibujaban. Siempre bromeamos diciendo que como yo, Javier, tengo 40 años, y José Luis, tiene 38, llevamos esos 38 años trabajando juntos.

¿Cómo es un día de trabajo en vuestro estudio? ¿Cuántas personas lo formáis?

El estudio lo formamos únicamente nosotros dos, lo que sucede es que José Luis trabaja a su vez en un estudio de arquitectura, con lo cual el día a día del estudio lo llevo yo; el trabajo como diseñadores nos lo planteamos de una manera bastante peculiar; no somos particularmente metódicos, nos encanta crear en cualquier sitio (de hecho consideramos cualquier Starbucks como una filial de nuestro estudio), no nos gusta trabajar con prisas, preferimos tener muchos proyectos abiertos que nos permita saltar de uno a otro cuando nos saturamos de alguno, junto a los encargos que nos llegan de diferentes fabricantes nos gusta desarrollar autoencargos, que en ocasiones llegan a encontrar productor; de alguna manera el planteamiento creativo, que junto al más pragmático, guía cualquiera de nuestros proyectos, lo proyectamos sobre el propio funcionamiento del estudio.

El poder de invención es algo personal y, quizá asociado a la individualidad. ¿Es difícil el proceso de creación cuando se hace entre dos personas?

No, al menos en nuestro caso en el que los papeles están como bastante definidos; mientras que Javier se ocupa de los procesos más claramente creativos, José Luis aporta, tal vez por su trabajo en el campo de la arquitectura, la mirada más pragmática y operativa del estudio; algo que nos funciona estupendamente es comprobar como la crítica puntual, más fresca y menos saturada, de José Luis aborda los planteamientos de los procesos planteados por Javier en el trabajo diario; por decirlo de otra manera, se necesita una crítica externa que muchas veces el diseñador no es capaz de percibir, encerrado en su propio proceso.

En vuestros diseños predominan las líneas pero sobretodo las curvas. Algunas de ellas transmiten una sensación de vorágine (la escalera vértigo) y otras provocan calma y armonía (los bancos Zen o el Pleamar). ¿El diseño debe reflejar las emociones o prima su funcionalidad?

Sinceramente no sabemos que contestar; nos divierte mucho cuando a través de nuestros diseños se nos intenta analizar, aunque lo que esperamos que nuestros diseños no sean un reflejo de nuestras emociones, porque fácilmente se nos podría catalogar como esquizofrénicos. En realidad lo que tenemos muy claro, y lo que siempre pretendemos, es que el desarrollo de cada proyecto se justifique en si mismo; el hecho de que en ciertos diseños, por ejemplo, predominen las rectas sobre las curvas, o viceversa, se explica en el propio proceso, entendiendo en el mismo confluyen multitud de condicionantes técnicos, materiales, económicos, etc., etc.

Habéis hecho trabajos industriales, y también diseño de mobiliario público. ¿Con qué os quedaríais?

Con cualquiera que nos permita variar, experimentar, investigar, abordar nuevos retos; poder saltar desde la escala íntima de una taza a la distancia urbana de un bolardo, desde la delicadeza de la porcelana a la contundencia del hormigón.

En vuestra carta de presentación apuntáis que os “apetece dar el salto del relato a la novela”. ¿Cómo se le da vida a un espacio o a un objeto?

Al diseñar cualquier objeto lo que pretendemos es aportar una mirada nueva sobre el mismo, por decirlo de alguna manera pretendemos descubrir el significado primero y profundo de “la mesa” que nos permita aportar nuestra visión de una nueva mesa.

Cuando hablamos de dar el salto del relato a la novela, lo que queremos expresar es el deseo de pasar de definir el objeto en si mismo, con unos límites concretos y cuyas relaciones con el resto del sistema de los objetos se nos escapa ya que desconocemos el ámbito en el que el comprador o el usuario lo va a insertar, para definir lugares donde orquestar dicha relación, donde armonizar simultáneamente todo un abanico de condicionantes como son la luz, la escala, las circulaciones, la privacidad, el color, etc., etc.

Pragmatismo, reflexión, concepto, ilusión, palabra, búsqueda, pensamiento, azar, poesía, crítica...éstas son algunas de las palabras que presentan vuestra página en Internet. ¿Definís con ellas vuestro trabajo o preferís no poner etiquetas?

Definimos no el resultado de nuestro trabajo, que como ya hemos explicado es el resultado en cada caso del propio desarrollo y justificación interna, sino un planteamiento por el cual el la reflexión es anterior y está por encima de la formalización; nosotros seguimos un proceso de trabajo relativamente lento comenzando por una fase de conceptualización, de reflexión alrededor del objeto a diseñar; este proceso, relativamente dilatado, nos permite, una vez obtenidas las claves reflexivas del proyecto, bocetar muy rápidamente una solución formaliza; nunca justificamos un objeto en su propia forma y mucho menos en su imagen, que es en definitiva una simplificación excluyente de significados hápticos, sobre todo teniendo en cuenta que somos diseñadores de producto, y que parece ser una tendencia bastante extendida actualmente.

No hablemos de minimalismo. Preferís el término de esencialismo, ese esencialismo que la sociedad del consumo ha perdido para pasar a la sobreproducción, al exceso de necesidades, a las nuevas necesidades pre-creadas por el sistema...¿Qué diferencia lo minimalista de lo esencial? Rechazamos el minimalismo como recetario, entendido como mero repertorio formal, como simple catálogo de soluciones formales aplicadas de una manera mecánica; preferimos el término esencialismo entendido como planteamiento por el cual cada diseño, cada producto nace y se desarrolla manifestando su carácter básico y suficiente, sin añadidos que lo perturben; este enfoque, aunque resulte paradójico, podría dar como resultado un diseño barroco, siempre que se justifique en si mismo. Por decirlo de alguna manera, en díez+díez diseño no estamos cerrados a utilizar ninguna etiqueta formal a priori, pretendemos que nuestros diseños tengan estilo, no un estilo.

Os consideráis compradores y usuarios antes que diseñadores. ¿Es una estrategia buscada para acercaros a vuestro público a la hora de diseñar un producto o simplemente os sale inconscientemente como forma de trabajo?

Bueno, creemos que suceden ambas cosas simultáneamente; nunca diseñamos algo que no nos gustaría comprar, tener o disfrutar en nuestras casas, en las ciudades que recorremos, en los restaurantes que visitamos. Cuando diseñamos intentamos visualizar la vida de ese objeto en un entorno real, acompañando a alguien en su vida cotidiana; eso nos motiva muchísimo más que imaginándolo en las portadas de las revistas o en las vitrinas de un museo

Arte y poesía. Describís vuestro trabajo a partir de citas de personajes ilustres en el mundo de las letras. ¿Se reflejan estas aficiones en vuestras creaciones?

Si partimos de la base de que nosotros consideramos el oficio de diseñadores como una actividad vivencial, que se nutre sobre todo de la experiencia, resulta lógico pensar que nuestras lecturas, el cine que vemos, las ciudades que callejeamos, las  conversaciones con los amigos, etc., se vean de alguna manera reflejadas en nuestro trabajo.

Decís que no os interesan los museos, ni los premios, ni ver vuestras piezas en las portadas de las revistas. ¿De qué manera entendéis el éxito?

El mayor éxito que podemos entender para nuestro trabajo es pensar que alguien en cualquier tienda, en cualquier catálogo, escoge entre otros uno de nuestros diseños, no por nuestro nombre, ni por haberlo visto mil veces publicitado, sino porque piensa que le puede aportar algo en su vida.

Os gusta “diseñar para la gente”. ¿Cómo podría convertirse el mundo del diseño en un medio social al alcance de todo el mundo?

Rechazando para la profesión del diseño el estúpido y absurdo planteamiento del star system, los flashes y las lentejuelas; asumiendo que creamos el entorno cotidiano de la gente y que mientras la gente siga percibiendo nuestro trabajo como una materialización distante, cara e inaccesible, el diseño no dejará de habitar un gueto para privilegiados y entendidos; tampoco deberíamos olvidarnos del fabricante, del industrial, sin el cual el trabajo del diseñador no pasaría de ser una simple entelequia teórica y onanista; creo que ciertas tendencias autocomplacientes en la vertiente supuestamente artística y experimental del diseño está haciendo desconfiar al productor, cuya misión última, no lo olvidemos es la de vender, y que como diseñadores industriales, deberíamos compartir. Creemos que como diseñadores debemos convertirnos en el eslabón intermedio entre fabricante y consumidor, proponiendo a aquel el grado de experimentación, imaginación e innovación que éste demande y sea capaz de asimilar.

¿Cómo se encuentra en la práctica el grado exacto entre la contemporaneidad y la atemporalidad?

En nuestro caso el objetivo de la contemporaneidad intentamos cumplirlo a partir de la resolución de las necesidades reales, no inducidas artificialmente, de la gente, no intentamos diseñar hoy para el mundo del mañana; la atemporalidad se desprende del nulo interés que mostramos por las tendencias o las modas, pensando y deseando que un diseño que desarrollamos hoy puede ser válido dentro de 20 años.

¿Cuánto de funcionalidad y cuánto de belleza en el diseño?

El máximo que el producto que estemos desarrollando sea capaz de asumir sin desbordar cualquiera de sus otras cualidades.

El diseño, ¿debería ser un elemento más de crítica social? Algo que hayáis querido denunciar con alguno de vuestros diseños.

Entendemos que en el caso del diseño de producto, a diferencia del gráfico o comunicacional que cuenta con herramientas más explícitas y efectivas, no debe entenderse como una actividad crítica; en realidad pensamos que si llevásemos la reflexión crítica hasta sus últimas consecuencias dentro del diseño de producto, la conclusión última sería el cuestionamiento mismo de nuestra profesión; hoy por hoy el diseño se entiende en su inmensa mayoría como mera herramienta de generación de novedades y no como lo que debería ser, esto es, el instrumento que nos permitiese una evolución cualitativa, y no solo cuantitativa, de nuestro entorno material.

Pensamos que existen herramientas más eficaces para intentar hacer crítica social, por ejemplo manteniendo un activismo cívico y político militante, perteneciendo a partidos, sindicatos, ONGs, etc., etc.; nosotros, con nuestro trabajo lo único que pretendemos es que ese escenario material que nos rodea todos los días no nos complique la vida, sino que nos la facilite, que nos permita centrarnos en lo verdaderamente importante que son las ideas, los sentimientos, las personas.

Alguno de vuestros proyectos futuros, si podéis contarlo...

Ahora mismo tenemos entre manos un proyecto nacido de lo que llamamos autoencargo y que es el resultado de la evolución de muchos años de algunos de nuestros planteamientos tanto conceptuales como formales; se trata de un programa de mesas de oficina, que igualmente podrán funcionar en el espacio doméstico, revolucionado; a nivel de bocetos o anteproyecto se lo hemos presentado a un reducido número de amigos (arquitectos, colegas, directores de revistas) que nos han animado a continuar, sobre todo ante el hecho de no conocer nada parecido.

¿Qué os gustaría diseñar y todavía no habéis tenido ocasión de hacerlo?

Lo tenemos muy claro, un hotel; ese sería el gran salto del relato a la novela del que antes hablamos.

Un material ideal para trabajar. Las ideas.

Un diseñador o un diseño que admiréis profundamente.

Miquel Milá; de hecho en nuestro estudio tenemos un cartel que, parafraseando a Billy Wilder en relación a Lubisch, dice “¿Cómo lo haría Milá?”.

¿Cómo debe ser la casa ideal?

La realmente vivida, no simplemente decorada.

Una música para trabajar.

Acabas de tocar un tema delicado y origen de la mayor y más profunda discrepancia dentro de díez+díez diseño (Risas). Mientras que Javier prefiere sin ninguna duda el jazz, y sobre todo a Miles Dives y si me pides un disco sería el Kind of Blues, José Luis se queda con Tom Waits y su Bone Machine

Una hora del día para crear.

Cualquiera que te pille fuera del estudio.

Una ciudad para perderse.

Cualquiera, con la condición de no guiarte por un plano.

Un libro para sorprenderse.

No podemos decantarnos por uno solo; si nos permites escogeremos cuatro; “Retrato de Giacometti” de James Lord , “Wabi Sabi para artistas, diseñadores, poetas y filósofos” de Leonard Koren, “Breviario de la aurora” de Rafael Argullol y “Los ojos de la piel” de Juhani Pallasmaa.

Una anécdota curiosa de vuestros años como diseñadores.

Bueno, en cierta ocasión en un reportaje para una revista nos presentaron como Javier Díez y José Luis Díez, amigos (no nombraban que fuésemos hermanos); tal vez ahí resida la clave del buen funcionamiento de nuestro estudio, en funcionar simplemente como amigos.

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Sois hermanos ¿verdad?, ¿de dónde os viene el interés por el diseño?

Si somos hermanos, el interés por el diseño nos viene por el interés que desde siempre hemos tenido por el arte y en general por cualquier manifestación creativa; esto me llevó a mí, Javier, a comenzar arquitectura, carrera que abandoné a los dos meses, al darme cuenta que ese impulso creativo que me motivaba sería entorpecido antes o después por normativas y plazos de ejecución demasiado dilatados; yo buscaba realizaciones más inmediatas, buscaba que el intervalo entre la idea y su realización fuese mínimo; de esta manera descubrí las incursiones de los grandes arquitectos en el mundo del diseño como por ejemplo Aalto o Mies van der Rohe; mi hermano José Luis se decantó por el interiorismo pensando en la posibilidad  concretizar una colaboración futura en un estudio propio.

¿Cuándo y cómo surgió la idea de establecer vuestro estudio propio? Vuestras intenciones, objetivos...

Surgió de una manera natural, participando en  muchísimos concursos, haciéndonos partícipes de los proyectos que en la escuela cada uno tenía entre manos; comprobamos que a partir de una visión formal o estética bastante parecida, considerábamos el diseño como una actividad básicamente creativa encargada de mejorar nuestro entorno, sobre todo alejada de modas y estridencias, queríamos hacer un diseño sereno, sencillo, cercano.

¿Qué tal la relación con las empresas productoras?

En general buena, aunque comprobamos que en general no existe fluidez en esa relación; las empresas no tienen asimilado el diseño como herramienta cotidiana y básica del organigrama de una empresa, y se observa casi como una actividad marginal más cercana a lo artístico que a lo económico; parte de este problema se debe al enfoque que la prensa suele hacer de los temas relacionados con esta actividad, el diseño se debería tratar más habitualmente en las páginas de economía donde se habla de investigación y productividad; creemos que existe mucho empresario que huye instintivamente del diseño al verlo rodeado de un discurso cuasi filosófico y un glamour de oropeles; en muchos casos se utiliza al diseño como excusa para vendernos cualquier evento.

Nuestra experiencia con las empresas con las que colaboramos pretendemos que alcance una relación de complicidad e incluso de amistad; al diseñar pretendemos  disfrutar y  pasándonoslo bien creando, y queremos hacer partícipe a la gente de esas empresas en ese disfrute.

¿Cómo acometéis un proyecto? Lo primero que hacéis antes de empezar a pensar, trabajar en ello.

El acercamiento a un proyecto lo realizamos de una manera creemos bastante heterodoxa, nos olvidamos, y sabemos que habrá mucha gente que se escandalice, de los famosos análisis sincrónicos y diacrónicos que explican los manuales; procuramos ver el encargo desde una perspectiva transversal cruzándolo con visiones provenientes de cualquier ámbito como la poesía, el teatro, la literatura, el cine, la filosofía, etc, etc, antes que del propio campo del diseño; nos aburre ver bancos y mas bancos si de lo que se trata es de diseñar un banco; preferimos, como ya ha sucedido, que un banco nazca visitando Chillida –Leku o leyendo Esperando a Godot, antes que analizar tendencias y modas pasajeras; pretendemos crear piezas intemporales; por eso tardamos mucho tiempo en bocetar, comenzamos escribiendo, palabras, conceptos, pequeños aforismos alrededor del proyecto; una vez que tenemos articulado ese discurso comienza la fase de formalización, bastante breve, ya que las decisiones formales quedan rápidamente abaladas o no por ese armazón conceptual previo; pretendemos que todo proyecto esté sustentado por un discurso “intelectual” que por supuesto nosotros vemos como herramienta de justificación de decisiones y que en ningún momento pretendemos hacer visible ni al fabricante ni por supuesto al comprador o usuario final; al crear un banco a partir de un texto como El  paseo de Walser o al analizar la figura del flaneur nuestro interés no es diseñar un banco filosófico, sino aportar una nueva mirada hacia un elemento tan cotidiano.

¿Qué diseñadores os parecen interesantes? ¿Cuáles un bluff?

Para nosotros Jasper Morrison es un referente del diseño que nos gusta hacer, un diseño honesto incluso si se quiere simple donde la huella del diseñador desaparece y deja que sea el propio objeto el que hable; siempre nos ha interesado el trabajo de Carles Riart por el planteamiento íntimo que establece con sus creaciones recuperando el concepto de mueblista haciendo cercana la relación del mueble con su usuario, desoyendo la vorágine de las modas y la futilidad.

Creemos que son un bluff aquellos que intentan imponer su sello a cualquier cosa que hagan, marcando un estilo, cosa que por ejemplo nosotros nunca vamos a pretender tener, al menos de una manera premeditada; o aquellos que sacrifican cuestiones tan básicas como el la funcionalidad en pos de un diseño fotogénico de papel couché que solo queda bien en las portadas de las revistas o en los museos.

Nosotros queremos hacer un diseño que se compre, que se viva, que la gente disfrute y no le cree más problemas que los que ya tiene; podemos decir que nos gusta el diseño de los días laborables no el de los domingos y las grandes celebraciones.

Habéis hecho trabajos en muy diversos campos. ¿En cual os sentís más cómodo?

Últimamente estamos realizando muchísimo trabajo en el ámbito del mobiliario urbano, campo que por otra parte nos apasiona por el hecho de que sea un sector en el que el usuario final, el anciano, el niño, la pareja de enamorados, se lo encuentra impuesto, no lo puede escoger, al menos de la misma manera que puede elegir un sofá para su casa; esto nos obliga a tratarlo de una manera todavía más cercana, más humana; también posee el aliciente de participar y proponer dentro de la trama urbana, generando ciudad y lo más atrayente, espacios de relación entre la gente.

Tenemos muchos proyectos de mobiliario doméstico, especialmente en madera, fruto de nuestra participación en concursos y de una tarea de investigación propia, sin encargo; nos da miedo que el mercado nos encasille como especialistas en mobiliario urbano y no nos llame para desarrollar ese otro tipo de diseño que durante años nos ha ocupado.

¿De qué proyecto os sentís más satisfechos? ¿Por qué?

Nuestro diseño favorito sigue siendo la librería Virtual, producida por Dinámica Complements; se trata de un diseño que resuelve problemas, como donde y como colocar todos esos libros que van amontonándose en inestables columnas en los espacios más insospechados de nuestras casas y estudios; pero a la vez posee una carga poética y visual muy grande; es una librería contradictoria porque desaparece cuando esta llena, y es mayor el contenido que el continente. Es un proyecto que refleja bastante bien nuestros planteamientos, es un diseño que nos gusta llamar esencialista, término que va más lejos que el manido de minimalismo; no nos gusta llegar a lo mínimo, sino a lo esencial.

El último proyecto en el que estáis involucrados...

Estamos desarrollando con Tecnología & Diseño Cabanes un programa de mobiliario urbano a desarrollar en un plazo de tres años del que esperamos grandes proyectos, sobre todo en la creación de nuevas formas de percibir el mobiliario urbano, huyendo de tipologías clásicas; un buen ejemplo es el umbráculo Oasis que si bien es un elemento que tradicionalmente los arquitectos han desarrollado puntualmente en sus obras, nunca se ha pretendido incorporar como un elemento de catálogo.

También estamos desarrollando lo que pretendemos que se convierta en una colección de lámparas creadas a partir del análisis de la iluminación en el cine negro en su época clásica; queremos crear luces, mas que lámparas, queremos definir formas de iluminar, mas que contenedores o soportes para bombillas, pero para ello necesitamos un fabricante arriesgado, que por ahora no hemos encontrado.

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El trabajo de díez+díez diseño surge a partir de la consideración de la tarea proyectual como una actividad que nunca puede estar desligada de la experiencia previa, la consideramos ante todo una actividad vivencial.

Aunque sin despreciar el componente teórico que puede rodear o anteceder a cualquier labor de diseño, nuestro trabajo pretende basarse fundamentalmente en la constatación personal del problema, requerimiento o circunstancias que rodean al proyecto; este planteamiento nos lleva a un constante proceso de observación, análisis y acumulación de datos y del entorno que nos rodea y habitamos; por ejemplo, seguimos considerando  la librería Virtual, producida por Miscel·lània, nuestro mejor diseño, al haber nacido directamente de la necesidad experimentada al tener que resolver el problema de acumular más de 5.000 libros.

Otro aspecto de nuestro trabajo, introduciéndonos en el campo del equipamiento urbano, es el tipo de relación que mantenemos con las ciudades que visitamos en nuestros viajes, ya sea por motivos profesionales o de ocio; nos gusta vivir los espacios públicos de las ciudades que visitamos sentándonos en sus bancos, utilizando sus papeleras o su sistema de señalización, de una forma más activa que lo haría un simple turista.

De este tipo de observación hemos llegado a percibir el espacio público como un ámbito tremendamente cambiante y dinámico donde factores como la inmigración, las nuevas formas de cultura urbana, el envejecimiento de la población, etc., etc., exige del diseñador una respuesta flexible que dé lugar a la creación de elementos de mobiliario urbano polivalentes y en muchas ocasiones de nueva tipología, lo que por desgracia choca con los planteamientos comerciales del empresario que tiende a no asumir los riesgos de la innovación hasta que lo haya hecho la competencia, convirtiendo de esa manera al diseño en un mero instrumento de formalización.

A esto hay que sumar un hecho diferencial del diseño de mobiliario urbano con relación a otro tipo de diseño de producto; se trata de su carácter impositivo; nos referimos al hecho de que mientras que al escoger como consumidores una mesa o una lámpara para nuestro hogar asumimos parte de su idoneidad para dicho ámbito, ya que presuponemos cierto espíritu critico en el acto consumista, más allá de los meros factores de precio y gusto, el mobiliario urbano se impone; queremos decir en definitiva que el usuario de un banco situado en un parque no puede elegir directamente el modelo de asiento que le gustaría disfrutar, lo que para nosotros supone digamos un plus de concienciación a la hora de desarrollar nuestra labor en este campo; nuestro objetivo último en definitiva es satisfacer al cliente/usuario del cliente secundario/ayuntamiento-constructora de nuestro cliente directo/fabricante.

En cuanto a nuestra forma de enfocar nuestra metodología de trabajo podríamos decir que utilizamos las experiencias y trabajos anteriores para llegar hasta cierto punto del recorrido que atravesamos con cada nuevo proyecto; a partir de un determinado momento  dicho camino se multiplica en múltiples posibilidades de recorrido cuya elección responderá y vendrá determinada por el proyecto que en ese momento tengamos entre manos.

Esto nos lleva a su vez a no intentar mantener un estilo propio reconocible; pretendemos que cada proyecto surja de su propia necesidad, tanto de uso, como formal o técnica; así, podemos crear piezas de esencia tan íntimamente minimalista, tanto en su planteamiento como en su resultado formal como es el banco Godot, como un diseño tan absolutamente barroco y maximalista en su concepción high-tech como el banco Miriápodo.

No nos interesan ni las modas ni las tendencias y pretendemos para nuestro trabajo el grado exacto entre contemporaneidad, que lo haga entendible en el marco de la sociedad en el que ha sido creado, y la atemporalidad que lo lleve a ser apreciado mucho tiempo después de su creación.

Otro componente fundamental de nuestro trabajo es el empleo de lo que denominamos transversalidad, concepto directamente emparentado con el pensamiento lateral; por transversalidad entendemos el tipo de enfoque conceptual que utilizamos en las primeras fases de nuestro trabajo; al igual que se emplean como varillas metálicas o alambres para definir el alma o armazón a la hora de modelar una figura en barro, nosotros empleamos materiales en apariencia ajenos al campo del diseño como puedan ser la poesía, la filosofía o el teatro, o más directamente como la escultura o la pintura, pero casi nunca el propio ámbito del diseño; este planteamiento nos lleva en un primer estadio a elaborar un listado de conceptos, ideas o frases que posteriormente se materializan en forma de bocetos y modelizados más cercanos al concepto clásico del proceso de diseño.

Dos ejemplos significativos de este método de trabajo serían los bancos Zen y los Godot; mientras que los primeros nacieron a partir de una visita a un espacio tan cargado de significados como es Chillida-Leku, los segundos lo hicieron a partir de nuestra intención de definir un elemento de mobiliario que pudiese integrarse en la escenografía de la obra existencialista “Esperando a Godot” de Samuel Beckett.